Salud

Salud de los músicos de viento. Afecciones comunes

En esta entrega analizaremos los problemas específicos que afectan la embocadura en los músicos de viento. Tal especificidad estriba en que no existe ninguna otra actividad profesional en la que las cargas de trabajo en esta zona sean tan elevadas y características. Eso las hace especialmente desconocidas, tanto para los músicos como para los profesionales de la salud no vinculados con la medicina del arte.

Afecciones comunes: Excesiva tensión

La musculatura de la embocadura, según se trate de un instrumento de viento u otro, realiza una importante tensión para sellar los labios, presionar la(s) caña(s) o tensar la zona de vibración. Esa carga continuada conlleva que los músculos de la zona se vayan adaptando hasta el punto que, según hemos podido medir, su potencia duplica la de un no músico. Pero, aunque eso ocurra, dicha musculatura sigue siendo extremadamente delgada (un milímetro cuando está relajada y tres en contracción). Es por ello que si esos músculos, más potentes de lo habitual pero aún delicados, se tensan de una forma desproporcionada o, sobretodo, desequilibrada, tenderán a concentrar tensiones excesivas en zonas determinadas.

Ello puede producir una separación de las fibras musculares; lo que se conoce como una elongación muscular. Puede suceder de forma repentina, con sensación de dolor en el momento de soportar una mayor carga de trabajo, aunque puede ser menos agudo y comportar unos síntomas más larvados. Por lo general el reposo comporta una desaparición de los síntomas pero suele persistir una sensación de debilidad, o incluso dolor, si la tensión es elevada.

Menos frecuente es el caso en que esa distensión del músculo llega a romper alguna de las fibras. Si es así, existe un dolor punzante, bien localizado, que obliga al músico a tener que dejar de tocar de inmediato y que reaparece cada vez que la tensión en la zona sea de una cierta intensidad. Esa ruptura siempre conlleva asociado un mayor o menor sangrado interno e inflamación. Aunque nadie ha podido documentar claramente que Louis Armstron padeciera una ruptura del músculo orbicular del labio, se utiliza el apelativo de Síndrome de Satchmo (el apodo que recibía el trompetista) para referirse a esta dolencia.

Si la ruptura no es excesivamente grande (lo que suele ser lo habitual), las secuelas de la lesión muscular se deberán más a la cicatriz que se forme que al propio defecto muscular. Eso es debido a que la fuerza que pueda perder la zona de fibras lesionadas fácilmente puede ser compensado por una trabajo muscular adecuado. Por el contrario, si se produce una sangrado e irritación importante del área lesionada se formará una cicatriz que, además de dificultar una buena acción muscular y vibración, va a posibilitar que se produzcan nuevas rupturas al generar puntos de tensión localizados. Por todo ello es esencial que, cuando se produce una ruptura Si la ruptura no es excesivamente grande (lo que suele ser lo habitual), las secuelas de la lesión muscular se deberán más a la cicatriz que se forme que al propio defecto muscular. Eso es debido a que la fuerza que pueda perder la zona de fibras lesionadas fácilmente puede ser compensado por una trabajo muscular adecuado.

Por el contrario, si se produce una sangrado e irritación importante del área lesionada se formará una cicatriz que, además de dificultar una buena acción muscular y vibración, va a posibilitar que se produzcan nuevas rupturas al generar puntos de tensión localizados. Por todo ello es esencial que, cuando se produce una ruptura muscular se cese inmediatamente la práctica instrumental, se apliquen medidas antiinflamatorias (básicamente utilizando hielo –de cinco a diez minutos protegiendo la piel con un paño‐  y comprimir la zona afectada durante unos minutos), se realice un diagnóstico correcto de la lesión y se establezca, con ello, un plan de reposo adecuado y de reincorporación al instrumento.

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Por lo general, aunque se sigue utilizando, la intervención quirúrgica para eliminar las cicatrices o reconstruir la zona muscular afectada (ya sea por una ruptura o elongación) suelen conllevar malos resultados. Eso es debido a que, por muy buena técnica y tecnología que se utilice, la agresión quirúrgica va a provocar, indefectiblemente, una nueva cicatriz que probablemente va a ser tanto o más limitante que la lesión que se pretende solucionar. Una vez establecida la lesión la solución suele pasar por la potenciación muscular. Si la ruptura ha sido poco importante unos simples ejercicios de acondicionamiento físico de la musculatura suelen ser suficientes (pueden conseguirse en la página de descargas de nuestro instituto). En caso contrario, en nuestra experiencia, se han mostrado tremendamente útiles los protocolos de electroestimulación especialmente diseñados para el labio.

Tal como ilustramos previamente la porción del labio que entra en vibración en los instrumentistas de viento metal es la piel, la mucosa y el tejido graso situado en el borde del labio. Una adecuada elasticidad de estas estructuras es imprescindible para conseguir un buen sonido.

Como habrán experimentado la mayoría de los músicos, desgraciadamente no hace falta un desarreglo mayor para que esta se vea alterada. Un ligero cúmulo de líquido (por ejemplo por los microtraumatismos de un exceso de carga de trabajo) puede ser suficiente para empobrecer la vibración y dificultar la interpretación.

En estos casos un calentamiento prolongado y progresivo (iniciando, por ejemplo, el trabajo con ejercicios flexibilixantes y estiramientos suaves –ver figuras adjuntas‐, para seguir con vibración sin instrumento, notas pedal, trabajo en el registro medio…) suele ser suficiente para eliminarlo y restituir la consistencia normal. En aquellos casos en los que el cúmulo sea mayor, será imprescindible el reposo instrumental o sólo realizar un pequeño calentamiento sin tocar a continuación. Aunque la aplicación de frío en la zona (mediante bolsas de hielo) puede acelerar la eliminación de los líquidos gracias al potente componente antinflamatorio que ejerce éste, su utilización debe ser cautelosa ya que existe unos niveles muy variables de tolerancia y respuesta.

El consejo, además de interponer un paño entre la piel y la fuente de frío para evitar lesionar el cutis o la mucosa, sería realizar una aplicación corta el primer día, de menos de cinco minutos, y valorar los efectos. En días sucesivos acortar o alargar ese tiempo (no superando los diez minutos) en función de los resultados experimentados. Tampoco es aconsejable empezar a tocar inmediatamente después de aplicar el hielo; debería esperarse a que la zona de la embocadura haya recuperado la temperatura normal.

Afecciones comunes: Fibrosis en el labio

En los casos en los que el depósito en el labio no sea simplemente líquido (lo que médicamente llamamos edema) si no sangre o restos fibrosos el panorama cambia sensiblemente. Como en el resto de la cara, esta es una zona muy vascularizada (rica en pequeñas arterias que llevan sangre a la zona). Por ello, no es difícil que una lesión por traumatismo directo (un golpe o, incluso, un mordisco con los propios dientes mientras se come) o una ruptura del músculo orbicular del labio (ver entrega anterior) comporten un sangrado relativamente importante. Si la cantidad de sangre es elevada o no se elimina eficazmente, el derrame puede provocar una reacción fibrosa que comporte una pérdida de la elasticidad de la zona implicada.

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Es la cara, esta es una zona muy vascularizada (rica en pequeñas arterias que llevan sangre a la zona). Por ello, no es difícil que una lesión por traumatismo directo (un golpe o, incluso, un mordisco con los propios dientes mientras se come) o una ruptura del músculo orbicular del labio (ver entrega anterior) comporten un sangrado relativamente importante. Si la cantidad de sangre es elevada o no se elimina eficazmente, el derrame puede provocar una reacción fibrosa que comporte una pérdida de la elasticidad de la zona implicada. Es por ello que, de sospecharse la posibilidad de un sangrado dentro del labio, lo primero que deberá hacerse es limitar, en lo posible, la cantidad de sangre derramada.

Ello se intentará por tres mecanismos básicos:

1‐  compresión suave inmediata de la zona lesionada durante unos cinco minutos (para contribuir a cerrar el vaso lesionado)

2‐  frío local, también durante cinco minutos, (para limitar la inflamación que la lesión va a comportar y provocar una vasoconstricción que también contribuya a cesar el sangrado)

3‐  reposo (para evitar romper el coágulo que tapona el vaso lesionado y provocar un nuevo y mayor sangrado).

Si se sospecha un sangrado es imprescindible realizar un estudio médico. Éste, además de confirmar la lesión, permitirá establecer un pronóstico, la necesidad de añadir tratamiento médico (fibrinolíticos) y, sobretodo, dará información del momento en que el proceso queda resuelto y puede reanudarse progresivamente la práctica instrumental. Actualmente, en manos experimentadas, la herramienta que mejor complementa este estudio es la ecografía con sonda lineal de alta frecuencia realizada a las 48‐72 horas de la lesión. En su defecto puede ser útil la resonancia nuclear magnética.   En la próxima entrega hablaremos de otras lesiones específicas de los instrumentos de viento como el sobreuso muscular, las lesiones nerviosas y la pérdida de control.

Jaume Rosset i Llobet.

Director médico del Institut de l’Art. Medicina&Fisiologia.Terrassa.

Director de la Fundació Ciència i Art.

www.fcart.org

www.institutart.com

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Institut de Fisiologia i Medicina de l'Art

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