“Las palabras se esfuerzan, se resquebrajan y a veces se rompen bajo la carga, bajo la tensión, resbalan, se deslizan, sucumben, se pudren con la imprecisión, no se quedan en su lugar, no se quedan quietas”
Burnt Norton
“Las canciones no tienen dueño, no las conoces hasta que las recibís desde la gente”. Walter Giardino
Hay canciones que te rompen el corazón, otras que te indignan, otras que te angustian, te enojan. Y están aquellas que, además, de generarte estas cosas se te pegan en el alma y decís que fue escrita para vos, a pesar de que en algunos casos no puedas decir por qué.
Muchas veces me pregunto qué quieren decir las letras de muchas de las canciones que escuché a lo largo de mi vida. Me planteo si mi interpretación es la misma que tuvo el autor al momento de escribirla. Pero cómo saberlo, acaso cada canción viene con un manual que nos dice cómo interpretarlas.
Salta a la vista que la respuesta es negativa. Por este motivo es que más de una vez, hablando sobre ciertos temas con músicos amigos, ponemos en tela de juicio el sentido lírico de las canciones. Allí es dónde surgen diversidades de opiniones y cuando no, el enfrentamiento entre las diferentes posturas. El dilema de la interpretación:
La certeza que creemos tener sobre el mensaje de una canción, a veces se desmorona, cuando aparece alguien que afirma tener la verdad de la milanesa. Te dice que en realidad el sentido es otro y te cuenta el origen de este con un fuerte argumento.
Cuando aquella canción que tanto nos gustaba, al fin y al cabo, “no decía lo que creíamos”, aparece la desilusión. Uno estaba convencido de que el mensaje era otro, posiblemente algo que consideraba más bello, más inspirador, más íntimo.
Ahora, por qué sucede eso. Por qué la intención inicial con la que nació la canción, se fue perdiendo en el camino. Posiblemente la respuesta es que no se perdió, sino que simplemente, mutó.
Un antiguo lingüista llamado Saussure sostiene que el hombre está inserto en el universo del lenguaje y puede utilizar este medio de expresión para crear nuevos sentidos. Él habla de la arbitrariedad del signo. No hay nada que defina el sentido de manera inamovible en una palabra, de hecho nos invita a pensar, con respecto a los diferentes lenguajes. Por ejemplo, la definición de la palabra “cantante” está arraigada a esa palabra y a otras como “singer” “cantor”, “chanteur”, etc. es decir que el significado de la palabra se puede asociar a diferentes sucesiones de letras. Esto lo podemos pensar con cualquier palabra existente.
El sentido y la interpretación van mutando. Sassure nos dice que el sentido es así, arbitrario. Y es bajo este mecanismo que se dan los malentendidos. Mal-entendido, un entendido, que si nos apoyamos en que el sentido se rompe y es arbitrario, no podemos considerarlo como “mal”, sino un entendido al fin. Nuestro entendido que se entiende con nuestra singularidad.
Que el sentido que le damos a una canción, no sea el mismo que el que tuvo originalmente, no implica que uno haya hecho una mala interpretación o que el sentido inicial se haya perdido. Sino que cada sentido se encuentra con el cada quién. No podemos cuestionar y quebrantar el sentido particular que le da cada sujeto a la música que escucha. Muchos nos apropiamos de las canciones porque representan algo de nuestra historia, el sentido se enlaza con nuestro ser. Esa canción es nuestra, habla de nosotros, la escuchamos relacionándola con nosotros.
Según se dice, Ana´s Song (Silvercheir), habla de la anorexia de Daniel Johns. Para mí, cuenta la historia de una madre llamada Ana que está muriendo por una anorexia nerviosa, culpa de una psicosis que le está comiendo su cuerpo y su cabeza. Ese es el poder de las canciones, déjalas que cuenten tu historia. El que escucha determina al que canta.