Teniendo a Stormzy como el primer artista de Grime en encabezar el Glastonbury, vale la pena reflexionar en qué representa esto en términos de la relación entre la nueva economía del streaming y la música en vivo.
Esto se volvió mucho menos notable por la controversia en torno al hecho de que ahora es obligatorio que los encabezados o headliners de Worthy Farm no sean bandas de rock establecidas (como ocurrió con Jay-Z y Kanye West en el festival), pero esto debería ser visto como un movimiento que nos dirá qué es lo que la audiencia estará esperando del próximo repertorio de los cabezas de cartel.
Aquellos que se quejan de que Stormzy no es un buen material para ser un headliner (a pesar del hecho de tener un álbum exitoso y un sencillo exitoso también), parecen no entender el punto en la transformación que se está llevando a cabo en la industria en vivo – los cabezas de cartel del año pasado vinieron bajo un paradigma completamente distinto al paradigma que domina dentro de la industria de la música.
Además, si la gente espera que la industria de la música en vivo siga existiendo de la misma forma al mismo tiempo que quieren que refleje la música moderna, entonces están en una enorme contradicción:
- Los géneros del streaming y los espectáculos en vivo están invertidos: El 20% de los 25 mejores artistas de Spotify para febrero de 2019 son artistas de hip hop, en comparación al 12% de los artistas top globales. Mientras tanto, el rock representa tan sólo el 12% del top 25 artistas de Spotify, pero, logra representar el 28% del top de artistas en vivo. Esto se desvincula con respecto a lo que la gente está escuchando y a lo que está pagando para ver en vivo; siendo entonces que son dos lados del negocio de la música a nivel global. La música en vivo siempre ha sido el indicador tardío del gusto, siendo que las carreras en vivo de los artistas siempre quedan detrás de sus carreras en grabación (venta de discos, etc).
- El boom de los festivales nos indica el futuro: Los oyentes tienen menos tendencia a invertir en artistas durante un periodo de tiempo extendido, una tendencia causada por el incremento de opciones entre los consumidores, quienes han tenido facilitadas las descargas y reproducciones. Si bien es cierto que los festivales son mejores para este tipo de audiencia que los shows individuales, se podría decir que en los próximos años es posible que los espectáculos extendidos dejen de tener sentido para alguien que sólo reproduce un par de canciones por cada espectáculo individual. Los asistentes a los festivales desean sets más cortos, pero esto podría crear un conflicto con los artistas, pues desean espectáculos más largos para obtener mejores pagas. El formato actual de espectáculos en vivo con sets más largos parece estar desvinculado de los hábitos de escucha de los consumidores. Los sitios ya están preparándose para el futuro post-concierto, el cual tiene un gran parecido a la variedad del formato que estuvo presente en Bretaña hasta comienzos de los 60, cuando la llegada del rock brindó el formato de concierto que conocemos actualmente.
El lado malo es que la industria de la música en vivo definitivamente debe ponerse a la par con el streaming si quiere tener este tipo de cabezas de cartel en todo el futuro. Incluso si las cifras de Stormzy aún no son lo suficiente para ser “merecedor” de ser un cabeza de cartel, los festivales necesitan que NUEVOS artistas vayan en ese nivel, si quieren seguir manteniendo el formato. Va a tener que ocurrir algo, ya sea que los festivales vayan a dividirse en pequeños nichos (una tendencia que ya se encuentra en proceso cuando nos fijamos en el calendario británico de eventos) o que los espectáculos de streaming van a llegar a convertirse en algo más importante en un periodo de tiempo más corto de lo esperado.
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