Aunque todo el mundo está de acuerdo en que crujir las articulaciones es una actividad tremendamente adictiva, no hay tanto acuerdo en si se trata de una acción que puede o no lesionar las articulaciones.
Desde los años setenta sabemos qué produce el ruido. La tracción a que sometemos la articulación cuando la hacemos crujir hace disminuir la presión en la cavidad. Esto provoca que el gas disuelto en ella forme burbujas (esencialmente de dióxido de carbono y nitrógeno) produciendo el sonido característico. Hasta después de 20 o 30 minutos, que es el tiempo que tarda el gas en disolverse nuevamente en el líquido articular, no se puede volver a producir.
¿Y, este proceso, si se repite muchas veces, acaba siendo perjudicial?
Durante muchos años, la falta de estudios conclusivos ha hecho que los médicos, más guiados por el sentido común que por sus conocimientos científicos, aconsejaran evitarlo tanto como fuera posible. Pero, a menudo, este consejo ha llevado a los afectados a sentir más necesidad de hacerlo.
La falta de una respuesta clara animó a un médico, llamado Donald Unger, a realizar un sencillo estudio. Comenzó a crujirse, varias veces al día, las articulaciones de los dedos; pero sólo las de la mano izquierda. ¡Su estudio duró sesenta años! Durante este tiempo, una mano no tuvo lesiones diferentes que la otra.
Por suerte, hoy disponemos de trabajos científicos más serios. En ellos se ha comparado un largo número de personas que se han crujido las articulaciones durante años con otros que no lo han hecho. Las conclusiones son claras: no hay diferencias entre el estado de salud de unos y otros.
Por lo tanto, todos aquellos que seáis adictos a crujir vuestras articulaciones, no os preocupéis; nada hace pensar que estéis dañando vuestro cuerpo.
Este mensaje también hay que hacerlo llegar a los padres que sufren por las articulaciones de sus hijos. No hace falta que sufran más. Tampoco es necesario que les hagan sufrir a ellos insistiéndoles que deberían dejar de hacerlo.
Jaume Rosset i Llobet.
Director médico del Institut de l’Art. Medicina&Fisiologia.Terrassa.
Director de la Fundació Ciència i Art.