Preguntarle a una banda under cuánto tiempo hace que viene tocando, suele ser una de las preguntas que despiertan más titubeos a la hora de responder. Sucede que cambian tantas veces de miembros, que al parecer esto dificulta delimitar una fecha de comienzo. Esto también se visualiza en las biografías de prensa.
Son innumerables las bandas que cuándo tienen que describir su historia nombran a un centenares de ex miembros que pasaron por ella. Al parecer es condición necesaria expresar todos los “fracasos” que ha tenido la banda a lo largo de su trayectoria. En muchos casos la biografía termina siendo una novela de separaciones con uno o dos reglones de algo interesante para decir. Esta repetición incansable de contar una y mil veces la misma historia, suena a un intento por elaborar un duelo: el duelo de la banda idealizada.
Eventualmente, las bandas under se arman entre los amigos más íntimos y desde el garaje se construye el sueño de la hermandad de los rockstars. Esto trae aparejado una concepción romántica de esta historia, como ese mandato anticuado e idealizado que dice algo así como: “Con el que se tenga la primera vez, habrá que casarse”.
Al parecer la formación con la que se debutó como músico debe ser la que se mantenga unida hasta que la muerte los separe, por los siglos de los siglos y toda esa cháchara. Esta idea es una idea idealizada, la cual responde a un proceso psíquico por el cual se engrandecen y realzan los objetos, entiéndase en este caso al objeto como el proyecto musical.
Este objeto es visto de una manera acrítica, en la cual no se ven las falencias que puede presentar dicho proyecto: Todos salen del garaje siendo la mejor banda del mundo.
Con el paso del tiempo el nivel de compromiso de cada integrante va cambiando, las prioridades se diversifican y entre otros motivos surgen los roces, los conflictos y el abandono del barco. Él o los que quedan se encuentran acompañados del resentimiento, el desgano y la angustia.
Bienvenido al proceso de la des-idealización. Estas emociones indican la elaboración de un duelo por la pérdida de la banda ideal. Ahora bien, esta es una situación que hay que desdramatizar dado que es parte del proceso. Un proceso que va a ir mutando a lo largo del tiempo, que va a oscilar entre estabilidades, descensos y ascensos.
Las restructuraciones de una banda no se deben sentir cómo un fracaso. Las personas cambian, así como sus vidas y sus objetivos. El entrar en un proyecto con la ilusión de que va a ser para toda la vida genera tantas expectativas que se pierde el norte. Y es por esto que toda ilusión está destinada al fracaso.
La idealización de la banda debe quedar del lado del público. Como músico debes saber que tienes que implicarte en el proceso de manera crítica, buscar las piezas que hagan funcionar la máquina, reparar y modificar las que ya no funcionen. Las bandas ideales no existen, las bandas se desarman.
Reconstruye y evoluciona la tuya.