La música y el proceso creativo (1 de 2)

Me gustan los aforismos y a ellos recurro frecuentemente; parafraseando a Neruda, «las palabras, el arte y la música, no son de quien las crea sino de quien las necesita.»

La música es un proceso creativo, y como tal requiere de dos elementos fundamentales, tiempo y  caos, requisitos nada fácil de permitirnos en nuestra cultura actual de la inmediatez. La prisa asfixia e inhibe al proceso creativo.

A las restricciones impuestas por el tiempo se suma nuestra fobia al caos, la falsa seguridad de las normas, jerarquías, orden y límites. El movimiento que va del caos a la claridad es inherente al proceso creativo.  Sin embargo, el caos amedrenta porque no hay en él ninguna certeza.  La perspectiva de dejar inconcluso algo es frustrante, aterra, pues nada es tangible en esta zona cero, en este limbo y tempestad que es la etapa caótica. El caos desbarata cualquier sistema preestablecido, se extiende más allá de normas morales vigentes porque todo lo cuestiona, porque pone patas arriba las verdades absolutas.

La música tiene el privilegio de permitir mayor tolerancia a variables como el tiempo y el caos, por ello conviene asumirlas e integrarlas como parte del proceso.

Comparto contigo una maravillosa definición acerca de lo que supone el proceso creativo que encontré en el cartel de la obra “El quinto invierno” del grupo de teatro El Canto de la Cabra en la sala Proyecto Inestable de Valencia: «La creación es para nosotros un auténtico suplicio, sí, un tormento, como la vida, el resto hasta llegar a un escenario es en la mayoría de los casos directamente insufrible y una vez allí, si la cosa va bien, todo es extraño, lo que sucede, lo que nos pasa, siempre tan extraño… Pensar que la escena es un medio para intentar que el mundo cambie, consuela».

¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Qué te sucede cuando compones o ensayas?

Confieso que mi proceso creativo de escribir,  no es un paseo en barca, es también angustioso; las palabras estrangulan estados, sentimientos y emociones que me empeño en nombrar; una contradicción inexorable que he de atravesar porque el concepto es siempre enemigo de la esencia.

Sin embargo sucede que cuando compones, cuando creas, cesa el caos y empieza la unidad.

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