El estrés, la ansiedad, la mala educación, las prisas, y la mente en blanco son consecuencias de una mala decisión tomada . Sé que piensas que es imposible evitarlas por completo. La próxima vez que sientas uno de estos sentimientos, considera lo siguiente que te podría ayudar:
• La mayoría de los problemas vienen por nuestros propios errores. Ya que dejamos que el ego se haga cargo. Como se mencionó antes, entrena tu lado «origen humano» y no dejes que domine tu lado de «origen divino». El primer paso es reconocer que es culpa tuya por completo. Fallar a eso es crear una recopilación de excusas y delegar la culpa a los demás.
• La intención es la parte más importante de cada decisión. Las intenciones de naturaleza positiva te ayudarán a estar tranquilo y seguro de que todo está sucediendo por una buena razón. De lo contrario, las decisiones basadas en la inseguridad, miedo e intenciones egoístas son más propensas a fallar a largo plazo: traen sentimientos desagradables acumulados a lo largo del proceso.
• Tomar las cosas de una forma personal es nuestra tendencia a reaccionar para proteger nuestro ego de los demás cuando nos «amenazan». La gente se comporta por el propio reflejo de sus pensamientos (dirigidos por inseguridades o por alguna cosa interior). Cuando hay inseguridad, los demás tienden a «atacar» a los otros para librarse de ese sentimiento transmitiéndoselo al otro. No lo tomes como algo personal porque harían lo mismo con todo el mundo. Mantén la calma y habla con ellos de persona a persona. El ego se alimenta con las reacciones en cadena y se calma cuando alguien la rompe. La próxima vez que discutas con un propietario de local antipático, piensa en ello y no te tomes las cosas personalmente: tienen sus propias inseguridades por resolver.
Piensa: Cuando te estés comportando de una forma poco adecuada (y eres consciente de ello), pregúntate a ti mismo «¿Quiero que esto ocurra otra vez? –No. ¿Qué puedo hacer mejor la próxima vez? –Tener más intenciones divinas que de producto humano.»
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