El concierto de prueba en Barcelona no ha mostrado signos de contagio entre los 5.000 fans de la música que asistieron al evento no distanciado socialmente el pasado 27 de marzo.
El Palau Sant Jordi de Barcelona vio a la banda española de indie-pop Love of Lesbian actuar ante una multitud con mascarilla, a quienes también se les pidió que presentaran una prueba de antígeno COVID-19 negativa tomada el mismo día.
Los investigadores ahora han informado que seis personas dieron positivo por COVID-19 dentro de los 14 días de asistir al concierto en el lugar con capacidad para 17.000 personas, pero la incidencia fue menor que la observada en la población general.
Quienes supervisaron el evento dijeron que estaban «seguros de que en cuatro de estos seis casos, la transmisión no se realizó durante el concierto».
Josep Maria Llibre, especialista en enfermedades infecciosas del hospital Germans Trias i Pujol, dijo en rueda de prensa: “No hay señales que sugieran que se haya producido transmisión durante el evento”.
El evento se está utilizando para probar la eficacia de la estrategia en la prevención de brotes en futuros eventos culturales.
El evento fue el evento comercial más grande celebrado en Europa desde que comenzó la pandemia hace más de un año.
El concierto pudo seguir adelante gracias al permiso de las autoridades sanitarias españolas. Contó con el respaldo de expertos de la Fundación Lucha Contra el Sida y las Enfermedades Infecciosas de Barcelona que también organizó un estudio de caso en torno a un concierto más pequeño de 500 personas en diciembre.
Los asistentes al concierto acordaron que las autoridades de salud pública podrían informar al equipo dirigido por el Dr. Boris Revollo, el virólogo involucrado en el diseño de los protocolos de salud, si contraen coronavirus en las semanas posteriores al concierto.
La información ha sido analizada y comparada con las tasas de infección entre la población en general para indicar si la mezcla en el concierto causó alguna infección.
Llibre dijo que los seis casos equivaldrían a una tasa de incidencia de 131 por cada 100.000 habitantes, mientras que el recuento en toda la ciudad era casi el doble.
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