Casos Legal

Monográfico. Industria Musical contra Napster#4. La lenta muerte de Napster

napster e industria musical
Escrito por Enrique Hernández

Napster apeló inmediatamente contra esta medida cautelar y pidió una instancia en el Tribunal de Apelaciones a la espera de una apelación completa. A pesar de que este tipo de peticiones resultan rechazadas en la mayoría de ocasiones, el Tribunal de Apelaciones sorprendió a todos con su decisión. Los tres jueces que lo formaban acataron la decisión del juez Patel, pero aceptaron la petición de Napster de una suspensión de emergencia. Se fijó la vista oral para octubre del año 2000. Así, el equipo de Napster contaba con un mayor plazo para evitar su cierre mediante el cumplimiento de lo ordenado por el tribunal.

Por tanto, Napster no solo trabajó febrilmente en un sistema de filtrado eficaz, sino que además trató de llegar a un acuerdo con las compañías discográficas al margen del juzgado. El director general de Napster, Hank Barry, se puso en contacto con los ejecutivos de las principales compañías discográficas para tratar el asunto. Meses antes de la vista oral, en julio de 2000, los directores generales de Universal Music Group, Bertelsmann, y Sony Corporation, se reunieron con Barry y con John Hummer, máximo accionista de Napster, quienes les ofreció un 60% de acciones de la compañía.

Los representantes de la industria se mostraron a favor de esta propuesta y sugirieron un acuerdo que englobara a toda la industria musical. Sin embargo, Hummer cambió de opinión tras hablar con el fundador de Intel, Andy Grove, quien le había convencido de que las grandes discográficas no estaban interesadas en crear una “super-radio”, sino que querían controlar el proceso completo de intercambio de archivos. De esta forma, Hummer se tiró el farol de intentar adquirir AOL con 2 mil millones de dólares y declaró la revista Fortune “Soy la peor pesadilla de la industria discográfica”. Tras esto, las negociaciones con la industria discográfica se paralizaron.

Sin embargo, el director general de Bertelsmann, Thomas Middelhoff, así como el jefe de Bertelsmann eCommerce Group (BeCG), Andreas Schmidt, creyeron en Napster como el futuro de la industria musical. Cuando las negociaciones con las discográficas terminaron, Schmidt continuó en contacto con Barry y Hummer para seguir colaborando más en profundidad. A pesar de las polémicas negociaciones con los representantes de Napster y de la firme oposición de BMG, Bertelsmann finalmente accedió a realizar un préstamo a Napster por valor de 60 millones de dólares que podrían ser convertidos en el 58% de las acciones de Napster si se incluían al resto de sellos importantes de la industria. En caso contrario, dicho préstamo podría ser convertido solo en el 35% de las acciones.

Las esperanzas de Middelhoff y Schmidt de que el resto de compañías se unieran al acuerdo se vieron frustradas. Al resto de discográficas no estaban ya interesadas en Napster y mantuvieron la demanda contra la plataforma. Peor aún, el director general de BMG, Straus Zelnick, insistió en que su compañía no formaba parte del acuerdo y se mantuvo firme en el pleito. De este modo, Napster pasó a formar parte del eCommerce Group de Schmidt.

El acuerdo entre Bertelsmann y Napster fue anunciado mediante rueda de prensa en un hotel de Nueva York en octubre de 2000. Conforme a este pacto, se permitía a Napster continuar con su actividad en el intercambio de archivos, mientras que Bertelsmann mantendría la demanda en tanto que lanzaba un nuevo modelo de negocio. En otras palabras, Napster no tenía ningún otro modelo de negocio sostenible, y este acuerdo no cambió el status-quo legal de esta plataforma. Esto no resultó de ayuda para que otros sellos pasaran a formar parte de este acuerdo. Los ejecutivos de Bertelsmann se habían equivocado y Middlehoff recordó posteriormente: “El resto de la industria no vio lo que estaba pasando. Esta batalla legal no tiene fin, mientras que Kazaa, MusicCity y muchas otras están teniendo tasas de crecimiento enormes y nada puede pararlos”.

Por otra parte, las noticias provenientes del juzgado también resultaron frustrantes. La audiencia ante el Tribunal de Apelaciones, que fue retransmitida en directo por la CNN, no aportó ninguna nueva visión sobre el caso. La orden se mantuvo y el tribunal confirmó el fallo de que los usuarios de Napster estaban infringiendo derechos de autor a gran escala. Los jueces dictaminaron que el Acta de Grabación de Audio Casero no podía aplicarse en este caso, ya que los usuarios de Napster no actuaban de manera justa.

Así, el Tribunal de Apelaciones confirmó la sentencia del tribunal del distrito, según la cual “(1) un usuario del host que envía un archivo no puede quedar vinculado al uso personal cuando lo distribuye a solicitantes anónimos y (2) los usuarios de Napster obtienen de forma gratuita algo por lo que normalmente tendrían que pagar”. Además, el caso Betamax no era aplicable, ya que Sony no tenía el control del uso que se hacía de las grabadoras de vídeo  una vez vendidas, mientras que Napster sí tenía un papel permanente en el comportamiento infractor de los usuarios e incluso contribuía al mismo. Los jueces declararon:”El tribunal del distrito no erró. Napster, por su conducta, es sabido que promueve y contribuye a la infracción de los derechos de autor de los demandantes”. Los jueces también compartieron la evaluación del juez Patel por la que Napster habría tenido un impacto negativo sobre la venta de CDs.

El informe Fader encargado por Napster, fue declarado “de dudosa fiabilidad y valor”, mientras que el informe Jay y el informe Fine fueron recibidos positivamente. Los jueces concluyeron que “el tribunal del distrito hizo descubrimientos sonoros relacionados con el efecto pernicioso de Napster sobre el mercado de descargas digitales presente y futuro”, e incluso “una falta de daño a un mercado establecido no puede privar al titular de los derechos de autor del derecho a desarrollar mercados alternativos para las obras”. La única concesión que el Tribunal de Apelaciones hizo a Napster fue que los sellos tenían que demostrar que un archivo  de su propiedad compartido o transferido por Napster vulneraba sus derechos de autor.

El caso Napster volvió al tribunal del distrito para su modificación. El juez Patel elaboró un interdicto preliminar modificado por el que se ordenaba a Napster un sistema de filtrado eficaz que bloqueara los nombres de archivos que aparecieran en una lista elaborada por las discográficas. Los usuarios de Napster, sin embargo, consiguieron eludir este sistema de filtrado llamando a los archivos de otra manera. Así, las discográficas volvieron a quejarse por los fallos en la seguridad de este sistema y el juez Patel ordenó a Napster establecer un software de filtrado perfecto que estuviera operativo antes de finales de junio de  2001, de lo contrario, el tribunal establecería el cierre de Napster.

De esta forma, Napster tuvo que ponerse a trabajar a fondo en mejorar su sistema de filtrado, el cual pudo ser presentado a finales de junio de ese mismo año, teniendo la capacidad de filtrar hasta el 98% del contenido infractor. Sin embargo, esto no fue suficiente para el juez Patel, quien había decretado que el filtrado fuera del 100%. En el momento en que la siguiente audiencia fue decretada para el 11 de julio de 2001, Napster decidió apagar sus sistemas el primer día de ese mes, dejando así a más de dos millones de usuarios sin la posibilidad de compartir archivos.

Este hecho establece prácticamente el final de Napster. El juez Patel ordenó en la siguiente audiencia que Napster solo podría volver a la actividad si garantizaba que el 100% de su contenido fuera filtrado, y fue un consuelo que tanto la banda Metallica como Dr. Dre retiraran sus demandas un día después de la orden judicial. De esta forma, ya que filtrar la totalidad del contenido se veía una tarea imposible, Napster centró sus esfuerzos en crear un servicio de suscripción con licencia completa.

Hank Barry no fue visto como la persona capaz de convertir a Napster en un servicio legal, por tanto, Konrad Hilbers, gerente de Bertelsmann, fue nombrado director general para tratar de resolver el espinoso asunto de la demanda de la RIAA y llegar a un acuerdo con las compañías discográficas, poniendo sobre la mesa 250 millones de dólares. Las negociaciones parecían prometedoras por ambas partes, sin embargo, los directivos de Bertelsmann no estaban satisfechos. Las discográficas querían licenciar 7000 canciones en Napster  para que solo pudieran ser utilizadas en ordenadores y de forma personal. En marzo de 2002 quedó de manifiesto que el acuerdo no llegaría a buen puerto, ya que entonces Napster no era más que la sombra de lo que fue, mientras que prosperaban otros sistemas de intercambio de archivos. Napster había quedado reducido a un servicio de suscripción muy limitado y sin posibilidad de crecer en un futuro.

En un último intento a la desesperada, los ejecutivos de Bertelsmann se hicieron con el control de Napster, cuyo pasivo alcanzaba los 101 millones de dólares, mientras que su activo ascendía a tan solo 7,9 millones, además de deber 91 millones solo a Bertelsmann. Las discográficas vieron esta acción como un golpe de estado, y alegaron que les había producido un daño de 85 millones de dólares.

La familia Mohn, propietarios de Bertelsmann estaba cada vez más nerviosa debido a la estrategia expansiva llevada a cabo por Thomas Middelhoff, por lo que a finales de julio fue despedido y sustituido por alguien con un perfil más conservador. Este nuevo director general de Bertelsmann quería deshacerse de Napster tan pronto como fuera posible. Así, Napster fue declarada en bancarrota en noviembre de 2002, y sus activos restantes así como su dominio en internet fueron vendidos por 5,3 millones de dólares a Roxio Inc., quien había desarrollado un software para copiar archivos en mp3 desde CDs. De esta forma, la historia de Napster tuvo un final poco glorioso. Una empresa que en el año 2000 tenía un valor de 100 millones de dólares fue vendida por casi nada al mejor postor.

Conclusiones

Este detallado análisis del caso Napster nos permite establecer algunas conclusiones interesantes. Los habitantes nativos del mundo digital como Shawn Fanning, Jordan Ritter y Sean Parker desafiaron el modelo establecido por la industria de la música introduciendo tecnología que no había sido utilizada antes, por lo que el poder de mercado de estas empresas se vio atacado y estas reaccionaron de una manera posiblemente equivocada. Cuando la tecnología del formato en mp3 apareció, fue inicialmente ignorada. No fue tenida en cuenta hasta que no quedó más remedio, siendo entonces cuando comenzaron las feroces batallas sobre el intercambio de archivos, con los derechos de autor como telón de fondo y marco legal.

Las compañías discográficas dudaron en adoptar esta nueva tecnología para sus modelos de negocios y en su lugar optaron por luchar para mantener el control en la distribución de música. Las principales compañías trataron de obligar a Napster a jugar bajo sus reglas mediante la concesión de licencias con sus propios términos. Básicamente, el objetivo de esto era mantener el control sobre la música con derechos de autor. Los intereses de los músicos jugaban un papel secundario, pero fueron utilizados con fines promocionales y propagandísticos. En el juicio contra Napster, la cuestión principal fue el daño causado a la industria, lo cual desencadenó una serie de estudios que trataron de medir este impacto en términos de reducciones en las ventas.

Napster no infringió los derechos de autor de manera directa, pero sí se benefició por las infracciones cometidas por sus usuarios e incluso promovió el infringir estos derechos. Sin embargo, cuando Napster dejó de tener actividad en internet, otros sistemas de intercambio de archivos ya habían hecho aparición y le habían reemplazado, siendo el intercambio de archivos mucho más popular que en los mejores días de Napster. Así, la industria musical pasó a demandar el intercambio de archivos y los servicios de alojamiento de archivos, e incluso a los propios usuarios que comparten archivos.

Para complementar la lectura te recomiendo la documentación en distintos formatos que tienes a continuación.

Fortune Magazine, “Big Man Against Big Music Think the record companies will bury Napster?”, August 14, 2000.

Oral Arguments before the U.S. Court of Appeals for the Ninth Circuit, October 2, 2000.

BBC News, “Napster settles Metallica law suit”, Juli 13, 2001.

 

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Sobre el autor

Enrique Hernández

Licenciado en Economía por la US. Guitarrista, bajista y lo que se tercie.
Adicto a la música en la gran mayoría de sus manifestaciones.

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