MITO #1: Si te comes un limón ante un músico de viento harás que tenga que dejar de tocar.
Esta afirmación es cierta. Pero necesita ser matizada.
El ácido cítrico, presente en muchas frutas pero especialmente en el limón, es un potente estimulante de la producción de saliva. Cuando este ácido entra en contacto con los receptores gustativos de nuestra boca pone en marcha las glándulas salivales.
Tal como le sucedía al perro de Pavlov –al cual le hacían sonar una campanilla cada vez que le daban comida para conseguir que, finalmente, sin la presencia de la comida el sonido de la campanilla ya le hiciera salivar‐ podemos conseguir el resultado del proceso sin que tengamos contacto físico con el ácido del limón.
Para ello es necesario que primero nuestro cerebro haya tenido la experiencia directa de comer limón y comprobar que esto ha provocado una intensa salivación. Si esta asociación (limón‐saliva) ha sido potente o repetido suficientes veces, puede haberse creado lo que conocemos como una respuesta condicionada. Esta asociación hará que cuando veamos a alguien comer, incluso cuando sentimos la palabra limón, ya se estimule nuestra salivación, como si nosotros mismos nos la estuviéramos comiendo. De hecho, es posible que sólo leyendo este escrito ya estés produciendo más saliva de lo normal.
Sin duda, un músico de viento con exceso de saliva en su boca puede tener serias dificultades para poder tocar.
Por lo tanto, si os gustan más los solos de guitarra que los del saxo, comed un limón ¡justo delante de la banda!
Jaume Rosset i Llobet.
Director médico del Institut de l’Art. Medicina&Fisiologia.Terrassa.
Director de la Fundació Ciència i Art.