Te traemos una selección de las consideradas las 20 mejores óperas de todos los tiempos.
Recuerda dejarnos en comentarios tu opinión al respecto.
Vamos a ello.
20) Die Walküre de Wagner (1870)
La segunda entrega de la colosal tetralogía del Anillo está llena de maravillas musicales.
Con el Anillo, Wagner redefinió la visión y escala de los dramas musicales. Compuesto a lo largo de 26 años, el ciclo encarna el ideal del “Gesamtkunstwerk” (trabajo artístico total), en el cual la poesía, el drama, la música y la escenificación se unen con un propósito común. El logro de Wagner es sobrecogedor, pues su ambición no fue superada hasta ahora.
No obstante, fue sólo una de las cuatro óperas del Anillo la que logró estar dentro de nuestro top 20. Entonces, ¿por qué Die Walküre?
Para comenzar, contiene lo que podría ser la música más reconocida de Wagner: La estimulante “Marcha de las valquirias”, el cual abre en el acto III. Y hay muchas otras cosas a destacar – la tormenta musical de apertura; el himno de Siegmund en la primavera; la despedida de Wotan; La Música del Fuego Mágico. Die Walküre también puede estar por sí misma como una ópera completa, coherente y emocional, llena de amor, incesto, dolor, sacrificio y traición.
19) Julio César en Egipto de Handel (1724)
Una gran y enriquecida canción que demuestra el instinto que tenía el compositor para la música dramática.
Con casi tres horas y media, Julio César en Egipto es una de las creaciones más largas y elaboradas de Handel (siendo aún más larga que Parsifal de Wagner), pero aun así esta ópera está delicadamente equilibrada y hermosa y siempre llamativa. Los Da capo arias están en un buen ritmo, gracias al entendimiento de Handel en torno al poder de la voz humana contenido en la música barroca.
El intrincado argumento toma lugar en la relación entre César y Cleopatra, y nunca pierde su foco, gracias al brillante libreto de Francesco Haym y al trabajo recitativo de Handel, el cual tenía unas modulaciones que sorprendían y encantaban de forma constante. En términos de orquestación, Handel está muy bien posicionado con sus poderes.
18) Falstaff de Verdi (1893)
Verdi en su faceta más inventiva, mostrándose a sí mismo como un genio de la caracterización cómica.
Todo acerca de la tardía ópera cómica de Verdi de un caballero rechoncho, arrogante y cobarde va más allá del escenario: El ingenioso libreto creado por el colaborador continuo del compositor, Arrigo Boito, combinando los elementos de tres obras de Shakespeare: Las alegres comadres de Windsor, y ambas partes de Henry IV, el detalle de la orquestación en el que trabajó Verdi, cambiando y revisando hasta el día del estreno, y el ingenio del compositor, el cual se veía a través de los cambios rápidos y repentinos en el ritmo y dirección de la música.
Pero la creación de la música es lo que más impresiona – Verdi rara vez utiliza instrumentos para complementar a sus cantantes; en vez de eso, los usa para crear una paleta más colorida. La demanda de cantantes y músicos es considerable, pero el resultado es un trabajo glorioso de gran disfrute.
17) La Fábula de Orfeo de Monteverdi (1607)
Una creación extraordinaria que pone la música al servicio del texto.
Orfeo no fue la primera ópera en ser escrita, pero fue la primera gran ópera. Aquí, en este revivir del clásico mito de Orfeo, vemos el primer ejemplo de un drama donde la música eleva el texto y expresa sus emociones.
Monteverdi trae su paleta compositiva para crear un efecto: Los instrumentos se agrupan en torno las cuerdas para representar una Tracia pastoral, mientras que los bajos sombríos (particularmente los trombones), colorean el inframundo. En su composición vocal, Monteverdi dio a sus cantantes una nueva libertad. Es como si la música fuera el sirviente del texto, pero también es un tema central. Esta ópera del poder musical puede elevar almas y eliminar lamentos.
16) Die Meistersinger von Nürnberg de Wagner (1868)
La hermosa y cómica ópera de Wagner explora el corazón y el alma humana.
Wagner describe su única ópera cómica como “algo ligero”, y lo brillante de esto son las visiones que tenía el compositor en torno a las complicaciones de la vida, el amor y la tradición en el contexto de una competición musical en un pueblo de Alemania.
Con cuatro horas, la obra de Wagner era la más larga para el momento, pero a diferencia del musical y escenas dramáticas de Tristan und Isolde (ver No. 10), la dinámica de los maestros cantantes cambia constantemente con melodías en abundancia dentro del argumento el cual es cómico, romántico y filosófico.
La gloriosa música, incluso desde el principio, refleja la presunción de la ópera para renovar a través de la innovación y la aceptación de la influencia de afuera – El uso del contrapunto del barroco de Wagner y los corales de Lutheran están perfumados con una armonía cromática.
15) Don Carlo de Verdi (1867)
Una de las óperas más grandes de Verdi combinan un espectáculo con momentos de intimidad exquisita.
Nunca dejes que los hechos se metan en el camino de una buena ópera. En Don Carlo de Verdi, basado en un poema de Schiller, el héroe es un príncipe admirable quién protege a la oprimida gente de Flanders; en la realidad, el hijo de Felipe II de España era un personaje desequilibrado y odioso con tendencias sádicas.
Sin embargo, esta es una ópera de Verdi por excelencia, y puede ser disfrutada en su versión original de cinco actos, o como Don Carlo, la reencarnación italiana de cuatro actos. Puesto en contra del fondo de la inquisición española, no tiene comparación en cuanto a espectáculo y drama – especialmente en el auto da fe del acto III – mientras que Verdi deja que su imaginación musical corra libre con momentos como el rezo de los monjes comenzando el acto II.
14) Jenůfa de Janáček’s
Una porción de realismo con una imaginación dramática y musical impresionante.
Un rápido y repetitivo ritmo ejecutado en el xilófono, representando una rueda de agua, lleva esta obra a la vida, y comienza así una conmovedora pero devastadora historia de amor, celos y ambigua moralidad en la Moravia rural. La corriente que mueve el molino puede sentirse a través de una obra cuyo flujo es rápido y cromático, y busca la acción a medida que avanza – a tan sólo dos horas, esta ópera es una pieza maestra de concisión.
También tenemos al brillante repertorio de complejos personajes. El estoico Jenufa es fácil de admirar, pues su amante, Steva, está ahí para injuriar. ¿Pero cómo podemos juzgar a su potencial pareja, Laca, y por encima de todo, a la suegra de Jenufa, la Kostelnicka? Ambos cargan consigo actos atractivos, pero sin lealtad y sin amor…
13) Eugene Onegin de Tchaikovsky (1879)
Una pieza maestra rusa que pone a prueba sus personajes con un ambiente musical y matiz
Evitando una narrativa convencional, Eugene Onegin es una serie de escenas líricas que provienen de la icónica novela de Pushkin. En el centro de la historia está el arrogante aristócrata Onegin, el cual rechaza la doración de Tatanya. Su comportamiento impulsivo lo lleva a la muerte de Lensky, su gran amigo, pero no antes de que Lensky dé su sombrío y desanimado “Eco suave de mi corazón”.
Una ópera de opuestos; el compositor pone el lenguaje musical rústico y de buen corazón de Tatyana en contra del lenguaje cínico de Onegin. Luego, cuando los papeles se cambian, el cambio de corazón de Onegin se hace evidente con los cambios armónicos que van hasta la parte romántica que él debió ser, mientras que Tatyana está ahora nada más en una clave menor. Él se da cuenta muy tarde, y el daño que ha hecho ya no puede ser curado.
12) La Traviata de Verdi (1853)
Verdi reserva sus mejores melodías y sus mejores armonías para esta historia de amor y trabajo
Actualmente es la ópera más presentada en el mundo, pero durante la vida de Verdi fue todo lo contrario. La Traviata fue vista como una decepción tras las historias épicas de Il trovatore y Rigoletto. El secreto de su popularidad longeva es algo intrínseco de Verdi, pues el trae a la vida a los personajes con altas melodías y armonías que tocan el corazón.
El más completo de todos es “la mujer caída” del título, Violetta, la cual es forzada a elegir entre honor y amor. En última instancia, ella prueba su bondad al sacrificar su propia felicidad por una mujer que no conoce. Sucumbiendo al consumo, ella se despide de la vida, de su amante Alfredo y de la audiencia con el aria “addio del passato” (Adiós, sueños alegres del pasado).
11) Pelléas et Mélisande de Debussy (1902)
Esta obra maestra de cinco actos logró destacar en un mundo dominado por Wagner.
Al igual que muchos compositores franceses, Debussy era un ferviente wagneriano. Pero no fue sino en su única ópera completa que intentó encontrar su propio ideal de la ópera. Aquí, al igual que las óperas de Monteverdi hace 300 años atrás, la música estaba al servicio del texto. Pelléas et Melisande fue el increíble resultado: una misteriosa exploración de un triángulo amoroso unido por el destino, la antítesis de Tristan und Isolde de Wagner.
Debussy conjura un mundo de ensueño, en el cual las dinámicas van rara vez por encima del mezzo-forte y el silencio es tan poderoso como la música. La simbolica obra de Maurice Maeterlinck de 1892 está puesto casi en verbatum; y, al igual que Musorgsky y su propia ópera Boris Gudnov, Debussy evita la melodía e imita los patrones de discurso en las líneas vocales. Es uno de los logros más particulares y profundos del mundo de la ópera.
10) Tristan Und Isolde de Wagner (1865)
Un acorde revolucionario que lleva al inicio de la ópera moderna y a una nueva forma de pensamiento.
Cerca de 1857, Wagner, teniendo un bloqueo creativo con el Anillo, decidió hacer mientras tantos una composición popular y sencilla de ópera en torno a la leyenda de Tristan. Siendo Wagner, lo que terminó haciendo fue un profundo psicodrama cuyo propio acorde de inicio desafió la armonía tradicional, inspirando y liberando una generación de compositores subsecuentes. Fue tan así, que Tristan ha sido llamada como la “primera ópera moderna”; una cuenca única donde la música cambió para bien.
Pasa muy poco en el escenario, en la manera que Wagner gustaba de las tragedias griegas. Pero la obra está completamente viva gracias a la pasión de los amantes y a una evolución más trascendente, para un cese, descanso y escape de una cruel existencia. Su obra indaga en los motivos a través de unas armonías oscuras, para sólo encontrar una resolución en la muerte.
Sin duda alguna, refleja la infelicidad personal de Wagner y su amor (probablemente más idealizado que real) con Mathilde Wesendonck, aunque también muestra su interés en el budismo y en la filosofía de Schopenhauer. No ha sido su obra más popular, pero su poder es enorme, sobrecogedor (lo cual para algunos es la idea), y su grandiosidad es innegable.
9) Otelo de Verdi (1887)
El compositor italiano como jamás lo habías oído se junta con uno de los mejores libretistas del mundo.
Hay tormentas en la ópera, y hay tormentas. Pero no existe una tormenta musical más desgarradora que la oleada de sonido que Verdi suelta al inicio de Otelo. ¿Es el inicio del fin, con esas trompetas llamando a los muertos de sus tumbas?
Otelo fue escrito por un compositor que ya se encontraba en sus setenta años, y quién pensó que ya se había retirado. Pero, dada la oportunidad, también era un compositor que adoptó la idea de renovar su estilo musical con la confianza de un hombre de su edad. Y así lo hizo en el acto I para el dueto de amor para Otelo y Desdemona.
Verdi tenía un libretista maestro trabajando con él, el cual también estaba enamorado con William Shakespeare. Arrigo Boito se aparece en el acto I de la tragedia de Shakespeare, y concentra la acción en Chipre; dando un resultado tan bueno que no te aburrirás en ningún momento. Estarás en el borde de tu asiento mientras que el diablo, en la forma de Iago, confronta la bondad del moro de Venecia, sólo para encontrarte con que la inocencia se ha perdido. La muerte de Desdemona será algo trágico para todos.
8) Don Giovanni de Mozart (1787)
Una ópera de proporciones perfectas, tanto a nivel temático como a nivel musical.
No fue sino ETA Hoffman, cuyas propias historias estaban ahí para inspirar muchos trabajos musicales, el que nombró a Don Giovanni la “ópera de las óperas”. El arte de Mozart ha sido usualmente comparado con el de Shakespeare, sobre todo por la completa conexión del compositor con lo cómico y lo trágico: su co-existencia es realmente la existencia de todas las piezas maestras de ópera de Mozart, y Don Giovanni – nombrado un dramma giacosa – es el trabajo en el cual estos dos géneros se mezclan a un nivel muy íntimo.
La gran fascinación de la gente con la leyenda del don juan, cuya primera aparición fue en un poema español a comienzos del siglo XVII, significó que para la época de Mozart había muchos shows de Don Juanes. Pero Mozart – cuya música no hubiera sido posible sin la magia de las palabras de Da Ponte – le dio vida a lo supernatural, en la forma de la estatua del commendatore.
En el catálogo Aria de Leporello, él creó una pieza como jamás se había visto en la ópera. El trabajo que Rossini afirmó haber querido haberlo compuesto, está impulsado desde su inicio hasta el final con poder y brillantez.
7) L’incoronazione di Poppea de Monteverdi (1643)
Monteverdi llega al corazón de sus personajes con la música que invoca belleza y entusiasmo.
Esta ópera es un trabajo donde las palabras logran tener un contraste y una colisión. Los musicólogos han debatido su autenticidad: la obertura ha sido atribuida a Francesco Cavalli, y el dueto final, “Pur Ti Miro” ha sido reclamado como el trabajo de Benedetto Ferrari o Francesco Sacrati antes de ser regresado, como si fuera de Claudio Monteverdi.
Estrenada en 1643, la última ópera de Monteverdi es veneciana en su centro: un drama moralmente ambiguo con muchas dimensiones que intriga, muertes y promesas sin cumplir en torno a los súbditos de un emperador psicótico. Cuando los oyentes modernos celebran el triunfo de Cupido mientras que Poppea es coronada, es cuando deben recordar que la apariencia de un final feliz sólo les espera más violencia.
Desde el primer dueto apasionado entre Poppea y Nero, “Signor, deh non partire”, hasta las cromáticas de “Non Morir Seneca”, la belleza hipnótica de Arnalta en su canto “oblivion soave”, y la desolación desgarradora de Ottavia en “Addio Roma”; podemos decir que la composición es perfecta a nivel psicológico.
6) Tosca de Puccini (1900)
Todo una montaña rusa de emociones te espera si decides escuchar esta ópera.
Fue presentada por primera vez en Roma durante el año 1900; esta fue la quinta ópera de Giacomo Puccini, y fue compuesta al principio de sus cuarenta. Extrajo el tema de la obra La Tosca del dramatista Victorien Sardou, el cual la había escrito como un vehículo para la gran actriz Sarah Bernhardt, y ésta logró convertirse en un éxito teatral mayor; el excesivo detalle de los hechos históricos que se encontraban en el libreto empujaron a la obra a alcanzar una estética excelente.
Musicalmente hablando, Puccini creó un nuevo territorio en cuanto a la representación de las acciones violentas – como la tortura, violación asesinato y ejecución – que invaden el drama, como también una nueva representación de las emociones oscuras que esos actos engendran y alimentan. Al representar estas situaciones oscuras y personajes – como Scarpia – en su obra, Puccini abrió nuevas áreas en la expresión armónica y orquestal.
Para sus primeras audiencias, Tosca representó un nuevo tipo de ópera – una que era rápida, realista y violenta, al igual que impactante. Antes de que el término fuera acuñado, Puccini creó un género de ópera: El thriller político.
5) Peter Grimes de Britten (1945)
Britten sube la tensión en un pequeño pueblo dentro de este trabajo.
La primera ópera de escala completa de Britten se estrenó tan sólo un mes después de que la Alemania nazi fuera derrotada. Ya cuando había pasado una década, había logrado ser un éxito a nivel mundial, y hasta ahora se mantiene como una de las pocas óperas en inglés que haya alcanzado el repertorio internacional. El propio Peter Grimes – un soñador impráctico con problemas de ira, cuyos jóvenes aprendices tenían el infortunio de morir – es difícilmente el rol más simpático.
Aun así, las destrezas simpáticas de Britten para escribir voces, desarrolladas luego de 15 años de composición musical, traen una variedad de personajes ingleses que son muy vividos. Lo que persigue al oyente más que nada es su evocación del océano, evidente desde su apertura: todos los sonidos que dominan en la escena al principio; aun así Grimes tiene su naturaleza introspectiva combinada con el ir y venir de las olas.
Pero entonces nos encontramos fuera y escuchamos el brillante y fino sonido de cuerdas altas, con el sonido de los bajos haciendo que nos imaginemos el poder del océano. Esto, y el coro, construido con individuos del pueblo bailando para una bestia peligrosa, son las fuerzas elementales que marcan el destino de Grimes.
4) Wozzeck de Berg (1925)
El serialismo en su máxima expresión.
La primera ópera expresionista de Alban Berg sigue desgarrando en la actualidad al igual que en su estreno en 1925 – y se mantiene como radical a nivel sociopolítico; uno de los trabajos más poderosos e incisivos en todo el repertorio, el cual relata la tragedia de un soldado ordinario que es llevado a la locura y el asesinato por la grotesca crueldad de sus superiores.
Fue la erosión de la humanidad la que Berg presenció durante y luego de la segunda guerra mundial, la que impulsó al compositor a adaptar el trabajo sin terminar de Georg Buchner, Woyzcek. El Wozzeck resultanto demostró ser uno de los paisajes más exactos en una sociedad que está colapsando.
Las alucinaciones de Wozzeck de un apocalipsis se vuelve algo más que simple metáforas; la música está estructurada de una forma clásica: Una voz hermosa para Wozzeck y su igual condenada Marie, para encontrarse luego en una realidad donde el pobre y vulnerable es atormentado y abandonado.
3) Der Rosenkavalier de Richard Strauss (1911)
Puede que la opera de Strauss sea muy al estilo vieja escuela, pero su música y vocal son sublimes.
¿Por qué muchos dejan esta ópera como un placer culposo? ¿Es debido a los detalles destacados, como la belleza sin igual de los personajes? Strauss quiso que así fuera, con personajes que estuvieran más allá de la época, pero si primera colaboración original con el poeta de Viena Hugo Von Hofmannsthal también es algo destacado.
Su usual acidez contrasta con las medicaciones de transitoriedad al usar al personaje central del Marschallin, la mujer de 32 años con la que se identifica el público, y al dejar a esta “comedia para la música” una profundidad para compararse con su modelo más obvio; el matrimonio de Figaro de Mozart.
El argumento, el cual trata de un hombre mayor y una adolescente y su futuro matrimonio, es traído de fuentes francesas. Pero Hofmanssthal estaba creando en 1911 una Viena mítica que superara la configuración típica de la ópera, y Strauss estaba incorporando vals al igual que algunas disonancias familiares del predecesor de ópera, Elektra, y logró componer su pieza maestra para traerla a la vida.
2) La Bohéme de Puccini (1896)
Esta ópera romántica sigue siendo una clase maestra de la narrativa.
Esta ópera alcanza la perfección máxima. Es concisa, tiene hermosas melodías y es acerca de ser joven y estar enamorado. Y aún mejor, amor joven destruido por la muerte. Al igual que Romeo y Julieta, James Dean, Jimi Hendrix y Kurt Cobain, los mejores siempre mueren más jóvenes, sólo alcanzando la edad suficiente para obtener su victoria. Nos da en lo más profundo de nuestros sentimientos ver esta historia.
Si el drama es tenso, entonces la obra es tan extensa como cualquier otra cosa que Puccini haya compuesto. El dueto para los jóvenes amantes que cierra el acto I es una clase maestra de cómo crear un personaje usando música y manipulando las emociones de la audiencia. Pero lo mejor es la secuencia de números en el acto III en la Barrière d’Enfer, la despedida del dueto para Mimí y Rodolfo, y luego Musetta y Marcello se encuentran en el cuarteto ‘Addio dolce svegliare alla mattina’.
¿Cómo hizo Puccini para lograrlo? Con temas musicales cortos que define a cada uno de sus personajes y sus mundos en los cuales vuelven de nuevo a la obra en una forma que hace que suenen igual, pero diferentes.
1) Las Bodas de Fígaro de Mozart (1786)
Personajes perfectamente concebidos y una perfecta composición le otorgan a Mozart el primer lugar.
Llegando al número 1, tenemos una de las piezas maestras de la ópera cómica, el cual despierta el sentido de humanidad en todos.
Las Bodas de Fígaro tiene un argumento intricado que sigue a cuatro de los personajes principales de La Barbería de Sevilla, un par de años después. Ambas óperas están basadas en obras del dramaturgo Pierre-Agustin Caron de Beaumarchais, el cual se convirtió en uno de los clásicos a pesar de su contenido político: estos problemas son notables en las Bodas de Fígaro, el cual fue censurado por su crítica a la nobleza.
Luego de haberse mudado a Viena para seguir avanzando en su carrera, Mozart estaba determinado para mostrarle al emperador Joseph II, su corte y toda la capital imperial de lo que era capaz de hacer con un libreto cómico italiano, uniéndose con el poeta Lorenzo da Ponte.
Según Da Ponte, fue idea del compositor el hacer una ópera de Fígaro, la más obra más controvertida de su tiempo. Después de que el emperador haya dado su aceptación, el estreno fue en Viena el 1 mayo de 1786, y desde entonces ha entretenido a las audiencias.
Como era usual, Mozart introduce su ópera con una obertura, y mientras que no usa nada del material subsecuente de la ópera, define perfectamente el humor general para la pieza con su tempo, teniendo a la orquesta simulando el murmullo constante e intriga durante el curso de La folle journée, ou Le Mariage de Figaro.
Todos los personajes principales tienen arias memorables, incluyendo el furioso “La Vendetta” de Bartolo, en el cual jura venganza contra Fígaro en el tamborileo cómico al estilo de Gilbert & Sullivan; el “Non So Piú” de Cherubino, en el cual suelta sus vocales de forma rápida para indicar su excitación emocional y sexual; el lamento de la condesa en “Porgi Amor”, cuya línea melódica nos muestra su sentimiento de soledad; y el “Vendró mentre io sospiro” del Conde, en el que suelta su furia aristocrática al desafío de Fígaro, y ésta es expresa en ritmos firmes.
Fígaro es inusualmente rico en ensambles, donde la prueba para el compositor es mantener de forma individual el carácter vocal, al igual que las emociones individuales mientras que los otros personajes están cantando algo distinto – un truco que Mozart saca a la perfección, especialmente en el sexteto durante el acto III.
Pero no es sino en los dos grandes finales que terminan en el segundo y cuarto acto que Mozart saca sus destrezas a relucir con una composición jamás creada. Aquí, su música refleja cada pequeño giro en la historia, alcanzando niveles inesperados de complejidad, mientras que la audiencia experimenta cada emoción que el personaje está sintiendo; muy pocas óperas cómicas pueden compararse con el logro que alcanzó con las Bodas de Fígaro.