Escuchar música en streaming a través de internet. Esa frase, que involucra hoy toda la naturalidad de una actividad que, según datos de las principales aplicaciones, llevan a cabo más de 500 millones de personas a través de todo el mundo, hasta hace algunos años resultaba algo impensable.
Juntar en una misma frase “música”, “streaming”, “internet”, no sólo era una aberración, sino que resultaba paradójico y complejo, desde lo tecnológico y cultural.
La etapa que precedió a 1999
La historia de la música como industria de consumo puede dividirse en tres etapas. La primera, muy extensa, comienza en la década de 1940, en Estados Unidos, donde la gran revolución cultural y comunicativa estaba dictada por la radio, principal medio de comunicación y entretenimiento.
Hasta el año 1999, la industria musical había avanzado con paso lento desde la música a través de la radio, hacia el LP, los cassettes, los vinilos, y sobre todo, la era del Compact Disc.
Entonces, a principios de la década de 1980, la empresa Philips, en estrecha colaboración con Sony, diseñaron uno de los formatos más innovadores y disruptivos, y que cambiarían para siempre la industria musical como se conocía: el CD.
El CD podía almacenar -todavía en formatos de 56 Kbps- dos veces más cantidad de información que los vinilos y cassettes, y su rendimiento y durabilidad eran mayores. Fue, en su momento, el gran salto adelante de la industria musical, creando una era exitosa que duró, precisamente, hasta 1999.
El fenómeno Napster
Hoy existen una variedad de posibilidades, programas y aplicaciones para la descarga gratuita de música, todas con sus características y ventajas, pudiendo cada usuario escoger una alternativa de acuerdo al dispositivo que utilice.
No siempre fue así. Napster, un servicio lanzado en Estados Unidos a finales de 1999, fue quizá el predecesor de esas aplicaciones, ya que permitía, desde sus inicios que cualquier usuario de la plataforma compartiera o descargara cualquier tipo de música disponible en formato mp3 y en 128 Kbps. Una auténtica revolución.
En el año 2001, Napster contaba con 30 millones de usuarios activos, mismo año en el que las estadísticas indicaban que la industria musical de los CDs vendía 1.000 millones de copias a nivel global. Hitos que Napster comenzaría a eclipsar.
A pesar de los grises en cuanto a legalidad y piratería, ya que Napster no tenía filtros ni protección de derechos de autor, fue el inicio de las plataformas de intercambio de contenido musical, donde eMule, Ares y Kazaa figuran entre las más recordadas hoy en día.
El llamado fenómeno Napster, o las plataformas de intercambio de contenido musical a través de internet, en las que se podía descargar cualquier álbum o canción sin ningún tipo de restricción, hizo que la industria del CD cayera en un 75% entre el año 2.000 y el 2008.
2008, el año en el que todo cambió
Las plataformas para compartir música a través de internet fueron el punto de partida para uno de los fenómenos más grandes de la industria de la música: el streaming.
Las conexiones domésticas en internet permitían ahora escuchar música sin necesidad de descargas. La velocidad era suficiente para la reproducción, para compartir, para hacer de la música un mecanismo de interacción social, además de la ya existencia de plataformas como Facebook, donde compartir medios era habitual.
En 2008, entonces, nace Spotify. Un servicio que tenía un modelo distinto en mente: tomar lo mejor de plataformas como Napster y fusionarlas con los números de la industria del CD.
Hoy día, escuchar música en streaming a través de internet no sólo es un acto natural y cotidiano, sinónimo de “escuchar música” a secas, sino que es también sinónimo de Spotify.
Spotify permite a los autores y discográficas generar dinero con ventas de singles y álbumes, pero permite a los usuarios tener acceso a todo un abanico de posibilidades, con álbumes que pueden ser descargados o escuchados directamente en la plataforma, con precios que son irrisorios en comparación con el coste del CD.
Entre la radio, el vinilo, Napster y Spotify, han pasado dispositivos icónicos como el Walkman, Discman o el iPod. Han pasado plataformas de P2P y programas como Winamp. En el medio de todo, la música, como entretenimiento y como industria, que no ha dejado de reinventarse para ser hoy una necesidad, un modo de vida, una cultura, disponible a golpe de clic para descargar en tu dispositivo a través de apps, o para escuchar en streaming, con la naturalidad inherente al caso.
Gracias por compartir, gran artículo.