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[Informe] Fair Music: Transparencia y flujos monetarios en la industria musical

fair music report: transparencia y flujos monetarios en la industria musical. Rethink music

Desde Rethink Music, iniciativa del Berklee Institute of Creative Entrepeneurship han dado a luz el informe «Fair Music: Transparencia y flujos monetarios en la industria musical» que busca identificar las barreras que ponen freno o impiden la propuesta y progreso de soluciones en vistas a aumentar la transparencia que permita acelerar transacciones y flujos monetarios y tratar de reducir ineficiencias en la industria de la música.

A continuación puedes leer el resumen ejecutivo del informe.

Resumen ejecutivo

El alcance insuperado del internet y el surgimiento de un rango de nuevas tecnologías digitales han transformado virtualmente cada esquina de la industria musical para los fans (aficionados) y creadores por igual. Mientras que los consumidores disfrutan de una variedad de opciones, estas perturbaciones del mercado presentan un rango importante de desafíos para los creadores, productores y distribuidores de música. En nuestro estudio de un año de duración, la Iniciativa Rethink Music del Berklee Institute of Creative Entrepreneurship buscó identificar las barreras ocultas que impiden el progreso y proponer soluciones para aumentar la transparencia, acelerar transacciones y flujos de efectivo y reducir ineficiencias en la industria musical de $45 mil millones (incluyendo presentaciones en vivo).

A los músicos se les hace difícil balancear su pasión por la música con la necesidad de estar informados y atentos a los beneficios financieros que pueden recibir por su talento. Del ingreso global registrado de $15 mil millones para grabación de audio reportado por IFPI para el 2014, solo una pequeña parte del dinero de las royalties por grabación le llega a los artistas como ingreso continuo. Ciclos más rápidos de lanzamientos, servicios en línea que proliferan y estructuras de licenciamiento creativas hacen que los ingresos y finanzas sean aún más difíciles de entender y administrar. Para alcanzar un balance correcto, debemos abordar a una pregunta difícil: ¿Son justas las estructuras de pagos?

Se necesita más transparencia

El negocio de la música modernos por naturaleza implica millones de micro-transacciones diarias, lo que genera ingresos—en fracciones de centavos— por canciones y álbumes. Las nuevas tecnologías deberían de hacer que este proceso sea transparente. En el mercado digital por ejemplo, los trabajos de los creadores de música están ahora disponibles en diferentes plataformas y bajo diferentes modelos.

Debería ser posible dar acceso electrónico a información sobre las ganancias en tiempo real. En lugar de esto, los artistas reciben normalmente una gran pila de papeles. ¿Cómo puede la industria musical sobrepasar paradigmas obsoletos y barreras para alcanzar más transparencia? __ El consumo de la música también está cambiando de propiedad a acceso.

El estudio Nielsen de 2014 encontró que 164 mil millones de pistas se descargaron en streaming en plataformas de audio y video mientras que las ventas de CDs y casetes bajaron. El Estudio ABI predice que, al final de 2018, tendremos 191 millones de suscriptores de streaming lo que generara la sorprendente cifra de $46 mil millones de ingresos acumulados. A pesar que los servicios de streaming pagan el mismo porcentaje de su ingreso (70 por ciento) a los titulares de los derechos de autor como una venta por descarga iTunes, los bajos precios y la cantidad de intermediarios crean dificultades.

Los ingresos por streaming pueden parecer muy bajos en comparación con la venta de una canción grabada, pero son dos modelos económicos completamente diferentes. Algunos editores como Kobalt señalan ahora que Spotify ha superado a iTunes en ingresos, pero el alza de servicios de streaming también varía en función de la geografía. Hay muchas preguntas relacionadas con la transparencia de los pagos que vale la pena hacerse.

En un mundo donde los datos están disponibles fácilmente y donde los micro-pagos pueden rastrearse, debería ser fácil poder rendir cuentas. Sin embargo, la industria aún tiene que solicitar servicios e intermediarios para suministrar datos completos, legibles y actualizados sobre las ventas musicales y los usos en un formato estándar. Como resultado, aunque los servicios de streaming se encaminan a ser participantes dominantes de la industria, los artistas aún permanecen escépticos acerca de los modelos/ingresos subyacentes.

A pesar que los servicios de streaming pagan el mismo porcentaje de su ingreso (70 por ciento) a los titulares de los derechos de autor como una venta por descarga iTunes, los bajos precios y la cantidad de intermediarios crean dificultades.

Transparencia de ingresos y pagos

Los datos suministrados a los artistas sobre los pagos de royalties son a menudo opacos y los artistas no entienden los pagos y la información contable que reciben. Esta falta de claridad puede beneficiar a los intermediarios.

A menudo, importantes fondos se pagan a la parte equivocada. A pesar de los intentos de la industria para implementar identificadores únicos como el International Standard Recording Code (ISRC) (Código de Trabajo Estándar Internacional) para los fonogramas y el International Standard Work Code (ISWC) (Código de Trabajo Estándar Internacional) para las obras musicales, estos identificadores a menudo no están conectados apropiadamente con las obras musicales. Además, los titulares de los derechos a menudo insisten en definir sus propios estándares en relación a los datos recolectados por los servicios digitales, lo que significa que no existe todavía una norma de producción común y docenas de servicios diferentes terminan estableciendo informes bajo múltiples formatos, lo que genera graves ineficiencias.

Una vez que las discográficas reciben sus ganancias por servicios de streaming, pagan a los artistas basándose en contratos de producción que normalmente tienen bajas tasas de royalties (establecidas para los soportes físicos) y numerosas deducciones, a lo que le sigue la recuperación de costos.

El resultado final: pocos o ningún royalties llega a los artistas. Por el contrario, en Estados Unidos algunos servicios no interactivos están alcanzando mejor transparencia con respecto a los pagos porque esos royalties se distribuyen a través de SoundExchange, que paga las tasas establecidas por el Copyright Royalty Board (Junta de Royalties de Copyright), sin que estos pasen por intermediarios.

La caja negra («Black Box»)

Grandes cantidades de ganancias por royalties terminan fuera del alcance del artista en una llamada “caja negra”—donde los titulares legítimos de los ingresos de los royalties no pueden ser identificados exactamente debido a que hace falta un sistema que abarque toda la industria, para conectar uso con propiedad. Las discográficas y los editores más importantes reciben a menudo royalties por los servicios de streaming, y no está claro que es lo que pasa con esos fondos cuando no corresponden integralmente a la música difundida en streaming durante el periodo en el que fueron avanzados. Las grandes discográficas son también accionistas de la mayoría de los servicios de streaming—acciones que adquieren licenciando sus catálogos a tasas más bajas que las del mercado. Cuando esas acciones generan beneficios, las ganancias no son transferidas a los artistas de esos catálogos. En muchas ocasiones, los pagos de royalties por reproducción mecánica, los pagos de sociedades de autores y otros royalties no llegan a los titulares de los derechos por razones similares—y hay pocos incentivos económicos para que los que reciben el dinero encuentren a los titulares legítimos.

La oficina de Copyright de los Estados Unidos

En el informe “Copyright and the Music Marketplace” lanzado a principios del año 2015, la Oficina de Copyright de los Estados Unidos apunta varias recomendaciones para actualizar la ley de los Estados Unidos para la era digital, incluyendo:

Mayor paridad en el trato de obras musicales y fonogramas para reducir considerablemente la influencia del gobierno en la determinación de las tasas de royalties a través de una amplia variedad de servicios y traer composiciones musicales y fonogramas a un campo más equitativo.

Protección federal completa para los fonogramas producidos antes del 15 de febrero de 1972, cerrando un agujero injustificado en la legislación de Copyright.

Un derecho completo de comunicación publica para los fonogramas, parecido al del resto del mundo. Revisión o eliminación de los decretos que datan de décadas que gobiernan a ASCAP y BMI.

Eliminar restricciones sobre las tasas de fonogramas en la fijación de tasas de las obras musicales.

Permitir la agrupación de derechos, transformando las sociedades de autores en organizaciones de gestión global de los derechos musicales, como las que existen en Europa y en el resto del mundo.

Cambiar el Sistema de reproducción mecánica.

Expandir el sistema de licencia para que cubra la radio terrestre, asumiendo que el Congreso le conceda pleno derecho en la difusión de fonogramas.

Animar al sector privado para que cree una base de datos completa sobre información de titularidad de derechos musicales con identificadores únicos universales y normas de comunicación estándar.

Instaurar una mayor transparencia en el cálculo de los royalties y en la ejecución de los pagos correspondientes.

Recomendaciones y conclusión

Aunque hemos dado un paso hacia la dirección correcta, creemos que las recomendaciones de la Oficina de Copyright pueden ampliarse para alcanzar más transparencia y más justica en la industria musical. Por lo tanto advocamos por:

1.- El desarrollo de una “Carta de Derechos del Creador.”

→ Cada creador merece ser justamente compensado por la utilización de su trabajo y explotación de su obra. → Cada creador merece saber exactamente donde y cuando se usa o exhibe su trabajo.

→ Cada creador merece un informe actualizado de los usos de su trabajo (con no más de 30 días de retraso para uso digital y 90 días para otros usos)

→ Cada creador merece ser reconocido por la creación de su trabajo por medio de la identificación en las difusiones y usos digitales.

→ Cada creador merece conocer todas las fuentes de pago y las participaciones de intermediarios en los ingresos (por ejemplo qué partes obtienen una porción esos y la cantidad).

→ Cada creador merece el derecho de fijar el precio de sus trabajos basándose en un justo valor de mercado.

2.- Una certificación “fair music (música justa)” de transparencia para servicios digitales y discográficas.

3.- La creación de una base de datos de derechos descentralizados y factibles para facilitar el proceso del pago y de las licencias.

4.- La investigación de la tecnología blockchain y las criptomonedas para administrar y rastrear los pagos en línea a través de la cadena de valor directamente de los fans hacia los creadores de la música.

5.- Educar a todos los tipos de creadores de música con respecto a sus derechos y operaciones en la industria musical.

(Este texto pertenece al informe «Fair Music (Música justa): Transparencia y flujos monetarios en la industria musical», escrito por Rethink Music)

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