Internet ha cambiado radicalmente la manera en la que consumimos e interactuamos con la música en todos sus aspectos. A modo retrospectiva, vamos a analizar qué motivos son los que ha hecho que este cambio se produzca y en qué medida han afectado y guiado los hábitos de consumo dentro de la industria musical. Este análisis puede darte ideas que podrás aprovechar para dirigirte a tu público objetivo.
Sin ir demasiado lejos, vamos a partir del punto en el que escuchábamos música mediante el Walkman o el Discman, con los que elegías tú mismo lo que querías escuchar en base a las cassettes o CD’s de tu colección. Motivando así que tuvieras que dedicarle tiempo a buscar qué escuchar y a descubrir nuevos grupos y artistas siguiendo tus gustos. Basándote en criterios como:
- Recomendaciones de conocidos
- Reseñas
- Radio
- Diseño de las carátulas
- CD’s que estén situados cerca a los que conoces o escuchas
Todo ello propiciaba que el marketing de los sellos discográficos estuviera muy enfocado al punto de venta físico y por otra parte, prensa y radio como medio de difusión.
Y es sobre estos planteamientos, a partir de los que se establecen las bases de las principales plataformas por medio de las cuales se escucha y compra música hoy en día.
La popularización del ordenador junto con internet hizo que el intercambio de música pasase de entre tus conocidos o amigos en formato físico a una masificación en versión MP3 desde cualquier parte del mundo potenciado por Napster y BitTorrent. Esto fomentaba un mayor conocimiento debido a que se podía descubrir mucha más música, pero el hecho de que los artistas y sobretodo los sellos discográficos se vieran afectados económicamente conllevó a que se incentivara a pagar por la música de nuevo aunque ya por otros canales.
De esta manera, el reto consistía en aportar algo diferente que hiciera que los consumidores no recurrieran a la descarga ilegal con un argumento que no ofreciera ésta; aportarte facilidades para descubrir música y no tener que gastar tanto tiempo en ello.
Steve Jobs visualizó esta tienda virtual de música en la que se podía interactuar entre los usuarios e incluso entre productos (si escuchas esto, puede que te guste esto otro). Con este planteamiento, tomó las reseñas en las que el público se basaba para tener un primer criterio con tal de saber qué podría gustarle para transformarlas en clasificaciones en iTunes. Éstas ya existían previamente en revistas o periódicos pero, a partir de este momento, podías saber de cualquier CD o pista musical qué valoración media habían dado los usuarios a nivel mundial, así como seguir tomando en cuenta las concretas de revistas o entidades referentes. La diferencia primordial estaba en que era en el mismo punto de venta y te llevaba a actuar con una compra en ese mismo momento con todas las facilidades que conocemos de internet.
Llevamos el asunto al consumo de música no como posesión de archivos sino a la reproducción de estos mediante internet, tomando como referencia la principal plataforma, Spotify. El hecho de pagar por obtener música seguía sin estar interiorizado en gran parte del potencial público, viéndose influenciado porque tenemos que elegir qué comprar y qué rechazar con nuestro presupuesto.
Desde Spotify eran conscientes de ello y enfocaron el plan de negocio de la siguiente manera: pagar antes de decidir qué música es la que vas a comprar e incluso antes de tomar una decisión más consciente como la de qué música vas a escuchar. Planteándolo al mismo tiempo de manera que el consumidor ni siquiera se cuestione cuándo pagar por su servicio, cobrándole una cuota mensual en la cuenta bancaria.
El servicio de Pandora, todavía no disponible en España pero con una trayectoria de más de 15 años en activo, fue el referente para personalizar la radio en base a “genes” (melodía, armonía, ritmo, instrumentación u orquestación) que dependan de patrones referidos a gustos musicales y resulte asíen una especie de algoritmo.
Por consiguiente, se pasaba de recomendaciones sobre qué podría gustarte a qué debería gustarte como consumidor de música.
Como músico o banda, ya no sólo funcionan los tags o las influencias que hayas indicado como artista en tu biografía, sino que a partir de ese momento se podía identificar a qué suena tu música (géneros, estructuras musicales…). De tal modo que hoy en día depende todavía más de la creación de la propia canción o canciones en conjunto, lo que hagas y no lo que se diga de ti o cómo te definan en términos musicales.
Sin embargo, las recomendaciones guiadas suscitaban que se podían basar en algo más.
En los últimos años el salto al Smartphone y la continua conexión a internet por parte de la población ha hecho que el medio o reproductor por el cuál escuchas música conozca importantes detalles sobre ti, llegando a poder anular el pensamiento autónomo que te haga elegir por ti mismo.
A continuación una lista de ejemplos sobre qué información puede recopilar sobre el usuario del Smartphone la propia compañía que fabrica el teléfono así como las aplicaciones instaladas en él y la computación en la nube:
- Tu nombre
- Tu sexo
- Tu edad
- Dónde vives
- A qué dedicas el tiempo
- Qué música te gusta
- Quiénes son tus amigos y qué música les gusta a ellos
- Quién sigues en las redes sociales y qué música les gusta a ellos
- Si te encuentras en tu casa o te estás dirigiendo a algún sitio
- Cómo te estás desplazando y a qué velocidad
- Con qué frecuencia y en qué momento del día haces ejercicio
- Qué tienes planeado hacer en el día de hoy
- Qué clima hay donde estás ubicado
La lista podría continuar con muchos más datos, pero vamos a quedarnos con algunos de estos para explicar cómo está afectando a la orientación del consumo de música.
La aplicación Songza te genera una lista de reproducción en función del clima que te acompañe en ese momento. Mientras que Songkick escanea tu móvil buscando qué música tienes en él así como otros datos de la lista.
Viajas en un autobús en mitad de un día lluvioso camino a encontrarte con un viejo amigo que tienes en Facebook y al cuál le gusta el jazz. Aplicaciones como éstas se encargaran de crearte la perfecta banda sonora para ese momento.
Aún con todo ello, puede haber un margen de error de no reproducirte lo que justamente quieres escuchar en un determinado instante por no conocer tu estado emocional. Y aquí es cuando entran las compañías de big data y los dispositivos que recogerán datos y los aplicarán, como el Apple Watch.
Por medio de tus redes sociales, las aplicaciones anteriormente citadas toman como referencia los últimos estados publicados en éstas para la cuestión emocional. El futuro, no demasiado lejano, es recoger mediante sensores incluidos en los relojes móviles estas sensaciones y enviarlas a servidores para analizar indicadores y responderte con listas de canciones customizadas en cada momento.
Dejando a un lado las dudas morales que se ven incrementadas con cada nueva plataforma o aplicación para escuchar música; toda esta revisión y las perspectivas de futuro nos pueden servir como músicos para tener una guía con la que dirigirnos a nuestro público objetivo.
Puesto que, al menos en términos generales para enfocar sus hábitos, los dispositivos y reproductores de música conocen más del oyente que el propio oyente.
[…] El consumo de música ha cambiado, pero el apetito de los consumidores de música sigue siendo fuerte. […]
cuando fue escrito esto?
Hola Elena este artículo es de febrero de 2015, puedo ayudarte en algo?
Saludos
Gracias, es para citarlo en el trabajo de fin de máster. Saludos!!!
Nos alegra que te haya servido Elena 🙂