Cientos de niños en toda España tendrán este otoño su primer contacto con un instrumento musical. Los gustos del niño, las preferencias de los padres, los consejos del profesor, el precio del instrumento o, incluso, si este va a caber o hacer juego con los muebles del salón van a ser los principales argumentos para escoger uno u otro. Pero muy raramente, ya sea por desconocimiento o falta de profesionales capacitados, van a tenerse en cuenta las aptitudes físicas o condicionantes médicos del futuro instrumentista.
Así, por ejemplo, un niño con los dientes inferiores con tendencia a crecer hacia fuera, si elige el clarinete, puede ahorrarse un montón de dinero en ortodoncia.
Una niña con deformidad de la columna hacia la izquierda posiblemente empeorará la evolución de esta si escoge el violín pero la corregirá si se decide por la flauta travesera.
No estamos sugiriendo que sea el médico quién “recete” el mejor instrumento para cada niño. Simplemente que, entre muchos otros condicionantes, se tenga también en cuenta que las posiciones, los movimientos y las necesidades de transporte propios de cada instrumento, ya que incidirán sin ningún género de duda en el desarrollo del niño, deberían también ser sospesados en cada caso.
Jaume Rosset i Llobet.
Director médico del Institut de l’Art. Medicina&Fisiologia.Terrassa.
Director de la Fundació Ciència i Art.