Los consumidores nos hemos acostumbrado cada vez más (sobre todo en tiempos de crisis) a pedir el cambio de un producto o la devolución del importe de éste si ha resultado defectuoso o si no ha llegado a la altura de las expectativas, pero hasta ahora no todos nos habíamos planteado la posibilidad de que esto pudiera realizarse con la entrada de un concierto. Pero desde hace unos días en Finlandia esto ya es posible después de la aprobación de una nueva norma según la cual la organización tendrá que devolver el 50% del dinero de las entradas a todos los asistentes en caso de que el respetable esté disgustado por la baja calidad de éste.
Exige que le devuelvan el dinero de la entrada
Este polémico asunto tuvo su germen en el año 2013, cuando un asistente a un concierto ofrecido por Chuck Berry en Helsinki exigió que se le devolviera el dinero porque el músico se veía fatigado durante la actuación. Pero por supuesto que esta decisión no se basa únicamente en la opinión de un sólo individuo, sino que «será significante una visión general del concierto como errático», según explicó Pauli Ståhlberg, presidente del Consumer Disputes Board, una junta de expertos nombrados por el Ministerio de Justicia de Finlandia, cuyos miembros representan a los consumidores y a los negocios de una manera equilibrada.
Desde luego éste es un asunto para llevar a debate, sobre todo si pensamos en aplicar esta norma en otros países como España. Finlandia es un país donde el acceso de sus habitantes a la cultura y la educación es fácil (y hasta gratuito) y donde la enseñanza musical es algo esencial desde que comienza la escolaridad, mientras que aquí la cultura es la primera en sufrir recortes y la educación musical ha sido vapuleada y prácticamente ignorada dentro del sistema educativo durante los últimos años. Es decir: la diferencia cultural entre los dos países con respecto a la música es significativa. Y posiblemente el trato de la industria hacia los músicos y hacia los consumidores de ese arte tampoco sea el mismo.
En el país escandinavo se atrevieron a criticar negativamente una actuación ofrecida por todo un hito en la historia de la música (Chuck Berry) mientras que aquí se venden entradas sin posteriores quejas públicas para conciertos de artistas que en más de un caso son de una calidad más que cuestionable.
El gusto es subjetivo, claro está, pero no se pueden obviar los años de trabajo y dedicación de unos, que a menudo parecen ser ignorados a favor de otros surgidos con finalidades más económicas que artísticas y que normalmente reciben más apoyo y difusión por parte de los medios. Y tampoco se debería ignorar el hecho de que el precio de las entradas para cualquier evento cultural se ha encarecido (por los alquileres, las contrataciones, el IVA, los cachés, etc.) y cada vez nos resulta más sacrificado ir a ver un espectáculo.
A muchos les vendría más que bien tener al menos la posibilidad de recibir una mitad de lo pagado en el caso de que se lleven una decepción y aún más si esta queja se ve corroborada por más asistentes al evento. Más que venir bien, en muchos casos podría ser considerado como algo justo.
¿Devolver el importe de las entradas en España?
Lo que ya resulta más difícil de determinar es el impacto que tendría en el sector de la música española si se tomaran tales medidas y hasta qué punto podría afectar esto al propio público. ¿Se vería mermado el número de propuestas para ver en directo o aumentaría la cantidad de opciones? ¿Cambiarían los gustos o las propuestas por las que se decantan los productores y los promotores? ¿Subirían o bajarían los precios?
Lo que en mi opinión personal es indiscutible es que supondría un golpe importante en la industria musical (en el caso de que los consumidores estuvieran bien informados de todos sus derechos ). Y no tendría por qué ser un golpe en el mal sentido: al conocer esta ventaja, tal vez más personas se aventurarían a ir a más conciertos de distintos artistas y distintos estilos, sabiendo que si no resultan de su agrado siempre pueden reclamar si la sensación es más o menos la misma entre los demás miembros del público.
Pero, al fin y al cabo, podría haber una revitalización de la escena musical, además de un posible y significativo cambio de perspectiva.
No es necesario decir que este modo de tratar la opinión de los consumidores por parte del gobierno finlandés no va a estar exento de críticas y que es una medida para tener en cuenta y analizar por las posibles consecuencias (positivas y negativas) que esta innovadora ley pudiera traer consigo. ¿Impulsará a la cultura musical o la perjudicará?