Coaching

Querido Profe de Canto: Cambia de Repertorio

Escrito por Gema Vau

Una de las preguntas más frecuentes que surgen en clase tanto de mis alumnos como los coach vocales que entreno, es acerca de sugerencias para el repertorio de los estudiantes de canto, acorde a su nivel, tipo de voz, estilo, gustos o edad.

“Debería ser – me dicen – algo que les suponga un reto a trabajar, pero a la vez que vaya bien con el tipo de voz, el estilo musical, o incluso si queremos la guinda en la tarta: con el momento personal que vive el intérprete.”

La pregunta siempre es “¿Qué canción LE elijo?”

La primera vez que alguien me lanzó esta pregunta, (y fue en el marco incomparable de una audición para un programa de televisión que querían superar), yo estaba atónita. 

No entendía cómo alguien podía no saber qué cantar. A mi jamás me había pasado, puesto que en mi caso yo siempre estoy escuchando música y siempre suele haber una canción que me ronda la cabeza, y no sólo porque me guste escucharla. 

Me refiero a ese tipo de canciones que te encantaría probar a cantar (y de camino a clase la vas oyendo una y otra vez, deseando llegar para chapurrearla un rato al piano o la guitarra mientras esperas al primer alumno, o en clase se la pones a la gente para calentar). 

Si sabes a qué me refiero, sigue leyendo. Y sino, y sobre todo a ti que te cuesta encontrar esa canción con la que obsesionar(te) como profe/cantante: te lo ruego, sigue leyendo.

Volvemos al momento de estupor. “¿Qué canción LE elijo?”

Entonces respondí:

Pon a cantar a tu alumnx, la canción que él o ella quiera cantar.

Porque realmente esa es la (única) respuesta buena.

Aunque tengamos una audición de TV, para un musical, para entrar en un coro… no hay otra respuesta correcta.

Pero vale, como quizá esto no sea tan obvio (lo entiendo), profundicemos un poco más.

Me doy cuenta de que mucha gente no sabe qué contestar ante tal pregunta. Creo que podría ser que incluso le podamos tener miedo.

¿Es que en el supercurso (supercaro) de profesores de canto no os dan ninguna fórmula para dar con la canción perfecta para pasar una audición? 

Pues va a ser que no nos dan esa asignatura (ni nos regalan bola de cristal). 

¿Cómo osamos los profesores a no conocer todas las canciones del mundo de todos los estilos que existen? 

Pues no, no somos “wikireper”, no las conocemos.Y mira, ya que estamos… pues no, no sé rapear. No sé la diferencia entre trap, rap, hip-hop, house, trip-hop, o trip-rap. No sé sacar coros graves sin mirar una partitura. No soy un hacha con el scat, tampoco toco el piano como Sara Bareilles, tengo 40 años y … (introduzca aquí su frase de auto machaque favorita) … y así, el síndrome del impostor sin fin – ataca de nuevo.

A ver, lo único cierto que sé es que en mi opinión como profes de canto necesitamos dejar de querer controlarlo todo. Bueno, mejor dicho, dejar esa ilusión de control que nos han vendido. Como Pema Chödrön (monja budista y filósofa) dice en su libro Ante el miedo y la incertidumbre, “Podemos intentar controlar lo incontrolable buscando seguridad y predictibilidad, siempre esperando estar seguros y confortables. Pero la verdad es que nunca podemos evitar la incertidumbre. No saber esto, es parte de la aventura. Pero es también lo que nos hace tener miedo” (2010).

Así que, en lugar de esto de querer controlar todo, te reto a que seas VALIENTE y AUDAZ.

Porque mira: esto de enseñar canto, realmente no va de TI. 

Va de ELLOS. Los alumnos y estudiantes.

Se que la primera vez que me topé con esta idea del aprendizaje centrado en el alumno y no en el profesor, fue cuando estaba realizando mis estudios con Justin Stoney en Nueva York. Mientras estaba esperando en el andén del metro de Harlem en dirección a casa de Justin, iba leyendo en el móvil un artículo de un pedagogo australiano bastante crack, Don Lebler. Escribió un paper llamado ‘Student as Master’ (el estudiante como maestro) y de verdad que aquella lectura me trastocó todos los cimientos de mi apuesta pedagógica hasta el momento, (fruto de la tradición y el modelo del que por aquel entonces era mi “jefe”) al igual que la mayoría de las investigaciones sobre educación musical popular que desde entonces tuve la suerte de encontrar y leer ávidamente. 

La historia de esta investigación se remonta a más de veinticinco años … sí … así es … más de VEINTICINCO años de investigación cualitativa y cuantitativa sobre cómo aprenden los músicos modernos, las mejores prácticas para enseñar a este tipo de estudiantes e ideas innovadoras sobre cultura, política e interacciones.

No pretendo que te leas todos los artículos y libros que hablan de esto, así que voy a resumirte lo que significa.

Significa que tú, como profesor de canto, debes poner de tu parte para proveer al alumno de lo que quiera aprender, colocando tu enseñanza a la vanguardia, especialmente al hablar de repertorio. 

Los profesores tenemos que hacer nuestros deberes. Necesitamos ser capaces de comprender qué géneros y estilos le piden hoy en día a una voz. Necesitamos ESCUCHAR a nuestros ESTUDIANTES. 

Y también necesitamos saber cómo y cuándo decir:

No lo sé. Deja que investigue acerca de esto y vuelva a ti para continuar juntos este viaje de descubrimiento.”

Incluso, llámame loca, pero ¿Qué pasaría si por un momento, soltáramos la batuta de “maestro” y nos pusiéramos al lado del estudiante a APRENDER DE ÉL O ELLA?

Porque realmente, esto es de lo que va esta profesión:
DE UN VIAJE BASADO EN LA CURIOSIDAD.

Si eres un profe de canto que viene del clásico, el teatro musical o la tradición jazz, lo más importante suele ser EL REPERTORIO. Ya lo sé. Tuve una buena amiga en el conservatorio que me explicó cómo tuvo que aprender cientos de canciones. ¿Música original? ¿Improvisación? ¡Qué es ESO! Nosotros no hacemos eso. ¿Música de otros estilos? Para nada. Mi amiga sólo tenía tiempo para aprender piezas clásicas.

Hoy en día, creo que su modelo y su cara de tremendo aburrimiento a veces, me hizo tomar otro camino, y en mi viaje descubrí que no quería cantar lo que ella cantaba. En mi juventud descubrí el Rock y empecé a cantarlo. Mi amiga no estaba preparada para aquello. Y yo he de reconocer que, a nivel técnico, tampoco. Así que ni ella ni nadie de mi entorno celebró mi decisión, ni pensó que existiera esa opción dentro de una carrera vocal “seria”.

Esta afortunadamente no es la experiencia general, pero al menos en los espacios donde yo me movía, la música popular más “impopular” no era algo que se ofreciera como opción para aprender canto desde allí. Y aún hoy en día esto me entristece: ver cómo en mi país, España, los jóvenes se acercan al mundo del Rock o el Metal vocal sin un ápice de conocimiento y se destrozan la garganta pretendiendo imitar un sonido o una sensación de tensión o “enfado” que no es tal, ni mucho menos.

Menos mal que muchos profes de canto hemos empezado a mirar hacia Europa y USA y a aprender bien a enseñar este estilo y el resto de los estilos modernos. Gracias a todos ellos. 

Pero no se trata sólo de estos géneros. 

Y, sobre todo, no se trata de mí o de los profes de canto. 

Se trata de la música POPULAR (lo que no es jazz, teatro musical, o clásico).

La repetición de repertorio es un problema

La repetición tradicional de repertorio es un problema. También es muy elitista (relacionado con la manipulación exitosa de las instituciones culturales y sociales para moldear los límites de las oportunidades económicas y políticas para los ciudadanos (en este caso, los estudiantes de canto). 

Sí … sé que esto que digo es bastante heavy. Pero es cierto. Mucho de lo que se nos pide a los estudiantes para cantar en estos espacios que se consideran «estandartes de la música popular» fue creado por hombres y mujeres blancos y ricos. 

Y esto es algo que tenemos que afrontar porque es la verdad.

La selección de repertorio es tan problemática porque:

Se lleva siglos demonizando la música popular en entornos académicos, lo que hace que estos programas y estudios sean cuanto menos irrelevantes para los estudiantes que se mueven por ellos. Siempre habrá una separación meridiana entre los alumnos de canto clásico y “el resto”.

No tiene prácticas de aprendizaje informal o centradas en el estudiante en su núcleo, que es el sello distintivo de la educación musical popular (y si esto no te suena, lee el libro de Lucy Green sobre música popular publicado en 2002, sí amigos: hace casi ya VEINTE AÑOS.)

Con demasiada frecuencia, las listas de repertorio se extraen de un pequeño subconjunto de música popular que a menudo no incluye TODOS los géneros dentro de la misma, como: metal, rap, hip-hip, punk, funk, R&B, pop, techno, soul, blues, country, rock (y miles que me dejo) … por lo que en realidad no exponen al alumno a todos los géneros. Elitismo en su máxima expresión…

Puede ser perjudicial para la voz. Nadie de la comunidad clásica en su sano juicio haría que una soprano lírica cantara Verdi. Entonces, ¿por qué diantres le pedimos a la gente que cante como Billie Eillish, o que aprenda canciones de Adele? ¿Realmente es bueno y necesario? Depende de tantas cosas: del tipo de voz, del nivel de técnica… Y no, a veces NO es bueno. Confunde. De hecho, podría resultar hasta perjudicial (no me tiréis piedras aún, os lo amplío más adelante).

Lo de que todos los cantantes deben aprender a cantar de todo me parece una idea confundida. Creo que nos confundimos entre técnica completa y repertorio. La excepción es si cantas en una orquesta o en BBC (bodas, bautizos y comuniones), donde probablemente necesites esa flexibilidad de cintura. Pero a esto se dedican solo un porcentaje de los cantantes. Este tipo de conciertos suelen ser alimenticios, para pagar facturas, son un medio para un fin, pero en general no el fin al que aspira un profesional.

Imaginemos las voces de dos cantantes: Norah Jones y Aretha Franklin. ¿Alguien votaría que se cambiaran las canciones y ambas pudieran cantar el repertorio de la otra, como si fueran LA OTRA?

Yo personalmente quiero escuchar a Norah porque ella es Norah. Y Aretha por que es Aretha. Llevándolo al presente, quiero escuchar a Billie Eillish porque es Billie y Adele porque… me hace llorar y luego me quedo muy a gusto.

Y así, queridos, funciona la industria de la música popular. Se trata de SER ORIGINAL. Se trata de música original escrita por y/o para el cantante, y no versiones. Las versiones pueden hacerte crecer en seguidores y likes en YouTube o TikTok, pero luego tiene que haber canciones originales. Además, si no hubiera creadores, no habría nada que versionar.

Se trata de descubrir quién eres como artista. Lo que significa que los cantantes deben comenzar a escribir o encontrar un socio con quien hacerlo o un productor con el cual puedan ser la voz de su proyecto.

Hay que darse cuenta de que si te conformas con cantar versiones, esto hará que el que gane verdadero dinero sea el AUTOR y no tú, el cantante.

Aun así, aquí entiendo varias cosas. Y es que, en la práctica, los profesores de canto tenemos alumnos de todo tipo y condición. Ejemplos:

  • Tenemos al alumno que vienen a una extraescolar y luego no cantan mucho entre clase y clase. Gente aficionada que comienza o retoma tras un parón. Gente de coros, proyectos de teatro musical amateur, o que cantan en la iglesia. Les gusta cantar, se divierten y quieren sentirse mejor en su “piel” (voz) y eso les vale.

 

  • Tenemos al cantante de orquesta / banda de covers / banda de toda la vida con temas propios que se sabe como el padrenuestro, que pese a querer mejorar, no tiene muchas ganas de complicarse la vida. A veces son también instrumentistas que desean aprender a hacer coros y disfrutar del proceso. Aman el escenario y quieren que la voz le dure.

 

  • También tenemos al cantante de streaming, o internet, que, con un instrumento de acompañamiento, o una base karaoke se monta conciertos y se graba de vez en cuando, sin mayor aspiración que disfrutar.

 

  • Tenemos al adolescente que su familia idolatra porque canta fenomenal y le pagan las clases. En este caso, su familia le apuntará al casting del programa de turno.

 

  • Y luego tenemos al profesional. Músico, instrumentista, cantante, actor de imagen o doblaje, o bailarín. Persona que desea trabajar su técnica vocal para ponerse al servicio de las composiciones de otros y poder ganarse un hueco como cantante o corista de gira en ambientes de gran fatiga vocal.

 

  • Muy pocas veces veremos entrar por la puerta de nuestra escuela de canto a una rara avis que desee dar clases de voz para mejorar sus composiciones y labrarse una carrera musical original.
    Tengo la teoría de que esas personas van directamente con la voz puesta al estudio, a trabajar con el productor-compositor.

 

Aun así, si nos empeñamos en pedirles a todos los estudiantes que canten en «todos» los estilos, en realidad conseguiremos que no dominen nada, en comparación con el artista que pase todo su tiempo perfeccionando su arte y voz en SU ESTILO, que será tan bueno que no podrá ser ignorado.

Lo único que podrá decirse de ellos es que al tener que aprender de todo, son maestros de nada (excepto de las cuatro canciones que sepan cantar y como mucho ojalá, de algo de técnica vocal).

El estudiante elige

En lugar de esto, hay una oportunidad de enfocarse en el individuo y en lo que desee cantar, que sirve tanto a sus objetivos como a su tipo de voz, y en cómo planean llevar su carrera musical. En lugar de ser el profesor que siempre asigna al alumno lo que cree que debería aprender todo “buen estudiante”, cada alumno debería tener autonomía para su aprendizaje y para elegir lo que quiere cantar.

Esto significa que EL ESTUDIANTE ELIGE.

Esta forma de enseñar pide una apertura y curiosidad de ambos, tanto profesor como alumno. 

En lugar de que el maestro asigne el repertorio, los alumnos eligen el que les interesa aprender y comparten por qué quieren aprender esa canción.

Una de las cosas que traté de interiorizar, es que, si el alumno trae una canción, es porque algo dentro de él o ella cree que puede cantarla. Y mi trabajo consistirá en ayudarle a descubrir cómo hacerlo. A veces, quizá toque tomar un pequeño desvío antes, y trabajar otra canción de un nivel inferior previamente, para llegar a esa canción objetivo. Se trata de explicarle: “pongamos a dormir un rato a esta canción por ahora, y volvamos a ella más adelante, prometido.” A veces es tan sólo una cuestión de cambio de tonalidad o tempo (esto no debe darnos pena o vergüenza). 

Y otras veces, después de un tiempo de venir a clase y no avanzar, el alumno se da cuenta de que no dimensionó bien el trabajo personal que supondría y bien por tiempo, bien por ganas… él solo, la pone aparte. Estas últimas, por suerte son las menos veces.

Para muchos profesores, esto podría significar una reinvención de cómo se puede usar el repertorio y lo que puede proporcionar a un estudiante específico. Esto requiere un amplio conocimiento de todos los géneros de música popular, es decir que el profesor sea un poco melómano. Pero tampoco sucede nada si el profesor tiene sus canciones “fetiche” para trabajar tal o cual cosa concreta. Yo lo hago.

Muchas veces no hace falta aprender una canción completa. Hay secciones o partes que se pueden usar para descubrir estilos, técnicas, ritmos, nuevos sonidos e incluso romper barreras mentales sobre nuestra voz o nuestra aproximación artística. Aprender la canción no tiene por qué ser el objetivo ¿entiendes?

El repertorio también puede incluir música original escrita por el estudiante, y en algunos casos, este puede ser el único enfoque. Con música original del alumno, no existe hoja de ruta sobre “cómo debe cantarse esto”. En cambio, tanto maestro como alumnos pueden participar en un viaje de descubrimiento para crear esa hora de ruta, utilizando las mismas habilidades vocales que se están desarrollando. Y en el centro de este trabajo se encuentra la exploración, la curiosidad y un gran deseo de explorar la autenticidad y la identidad sin avanzar siempre hacia el refugio de los sonidos que ya nos rodean sin descanso.

El profesor como guía

Como supongo que habrás adivinado, a lo largo de esta práctica pedagógica, el profesor no es más un guía. Lo que para muchos puede requerir una total reevaluación del rol del docente. ¿Pero sabes qué? Es MUY DIVERTIDO. Tienes la oportunidad de ser un GUÍA. UN MENTOR. Puedes ayudar al alumno a aprender todo sobre su voz y a explorar todos los sonidos que puede hacer. ¿Qué pasa cuando intentamos cantar alto? ¿Fuerte? ¿Suave? ¿Aireado? ¿Con algún ataque? Hagamos todo los sonidos – buenos, malos, feos, hermosos, absurdos… etc. que la voz puede hacer para expresarse. 

¿Cómo pueden esos sonidos ayudar al estudiante a crecer y descubrir su voz y su arte? ¿Cómo podemos ayudarlos a desarrollar y perfeccionar sus habilidades como mentores y guías?

Porque, ¿y si el objetivo de las lecciones de canto es que el alumno NO NOS NECESITE? Que aprendan a aprender y que se enseñen a sí mismos más de lo que nosotros podríamos enseñarles. Que desarrollen una profunda curiosidad por su voz y lo que puede hacer. Quiero eso. No quiero que mis alumnos me necesiten. Quiero que QUIERAN trabajar conmigo. Porque para ellos venir a mis clases es divertido. Porque tener un horario, una rutina y un lugar al que ir, les ayuda a darles un propósito. Porque nos gusta aprender JUNTOS desde la curiosidad.

Lo sé, probablemente estas palabras asusten a algunos. Pero esta forma colaborativa de trabajar dentro del estudio de la voz se alinea con el aprendizaje informal y el aprendizaje centrado en el estudiante, sellos distintivos de la música popular y la educación musical popular. También puede generar autonomía y responsabilidad personal del aprendizaje en los estudiantes, lo que puede ayudarlos a continuar su crecimiento cuando los obstáculos de un programa o maestro ya no les sirvan a sus propósitos.

Todo esto para decir…

Sé curioso acerca de lo que tus alumnos quieran cantar.

Sé curioso sobre lo que tus estudiantes SON.

Ayuda a tus alumnos a mantenerse curiosos acerca de lo que su voz puede conseguir hacer.

El repertorio es un medio, no un fin.

Saber un montón de canciones es genial – pero el alumno (y el profesor) deben tener siempre en mente la razón de porqué están cantando esa canción en concreto. ¿A lo mejor porque simplemente les apetece o les gusta la canción? ¿Quizá para trabajar un específico a través de imitar algo que hace el cantante? ¿A lo mejor es una canción que escribió el alumno y quiere diseñar su sonido para presentarla o grabarla? ¿A lo mejor quieren ser profesores de canto algún día y quieren aprender de ti para ayudar a sus futuros alumnos? ¿A lo mejor se están preparando para una actuación con su banda?

Pregunta y responde a estas cuestiones.

Vuelve a pensar en el repertorio. Quizá esta reflexión lo cambie todo. Y eso sería gratamente sorprendente.

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Sobre el autor

Gema Vau

Gema Vau es coach vocal certificada por Justin Stoney (New York Vocal Coaching) y Modern Vocal Training.
Fundadora de la Escuela Vau en Madrid y online.
Filóloga inglesa, productora y amante del Rock, Metal, Gospel y Soul.
Locutora y actriz de doblaje