La aparición de YouTube en 2005 marcó un punto de inflexión en nuestro modo de acceder a la información.
No hace falta que nos detengamos mucho en esta idea, ya que todo el mundo es consciente de la importancia actual de esta plataforma de contenido digital. Sin embargo, y como se suele decir, no es oro todo lo que reluce y tras la web se esconden grandes problemas que afectan a determinados contenidos.
Uno de los motivos que consagró a YouTube como una de las páginas más visitadas de internet fue que cada persona podía subir su material y compartirlo con el resto del mundo, con independencia del lugar en el que se encontrase.
Como si de una bola de nieve se tratase, cada vez fueron más las personas que subían a la plataforma contenidos que abarcaban un sinfín de ámbitos, siendo el musical uno de los más importantes.
Las grandes discográficas, y sobre todo las independientes “indies”, empezaron a alojar en sus canales dentro de la plataforma todo tipo de productos audiovisuales de sus artistas, lo que ayudó a conseguir una mayor visibilidad que la obtenida a través de los canales tradicionales.
De esta forma, se fomentó la carrera de bandas establecidas que quizás no habrían tenido la oportunidad de demostrar su valía, al tiempo que se descubrió a un montón de nuevos talentos.
Este mayor impacto dio paso a los tutoriales en diferentes ámbitos, también en el musical. YouTube se llenó de explicaciones descriptivas de todo tipo, desde cómo hacer unos cupcakes idénticos a los de Magnolia Bakery hasta cómo confeccionar tu propia ropa, pasando por un análisis exhaustivo de la mano que le otorgó el triunfo a Ramón Colillas en el PSPC de PokerStars.
En el caso de la música, estos tutoriales pronto dieron lugar a los covers, que se convirtieron en el principal motor de la fama de muchas grandes voces silenciadas por el anonimato.
Esta actividad produjo un cambio de paradigma en la plataforma: YouTube comenzaba a ser una herramienta educativa y aplicada al ámbito de la música incitó a miles de personas a comprar un instrumento e iniciarse en la práctica del mismo.
Poco a poco los recursos que se ofrecían fueron aumentando en número y variedad. Por un lado, se encontraban aquellos contenidos referentes al gear o equipamiento entre los que destacaban, y aún destacan, reviews de guitarras, pedales o amplificadores.
Por otro lado, estas “clases virtuales” comenzaron a tratar temas más concretos, como escalas, estilos y estándares.
Todo este auge de creadores y divulgadores culminó con la aparición de un grandísimo número de personas que suben sus trabajos a YouTube. Uno de los más famosos es Carlos Asensio, que con su canal GuitarraViva -del que os hemos hablado alguna vez- ha sabido reinventarse y sacar rendimiento a todos sus conocimientos sobre la práctica de las seis cuerdas.
Este estupendo maestro ha subido horas y horas de contenido a su canal, aumentando de manera paulatina sus suscriptores y visualizaciones, las cuales ya superan los 500 millones entre todos sus vídeos.
Gracias a su peso en el medio, la denuncia que realizó hace relativamente poco en su canal y que podéis ver bajo estas líneas, alentó a un gran número de youtubers a seguir su camino y alzar la voz contra el acoso que afirman estar viviendo por causa de las empresas que reclaman los derechos de autor de las canciones que enseñan a tocar.
Junto a Asensio, en este vídeo también podemos ver a otro de los grandes divulgadores musicales de la plataforma, Jaime Altozano. El youtuber madrileño explica con claridad que los acordes no pertenecen a las discográficas, por lo que mientras no se interprete la melodía de la canción en sí, no deberían reclamarse estos derechos de autor.
Por el contrario a otros momentos en los que esta reclamación es más lógica -en términos de Copyright- el motivo que ha llevado a Carlos Asensio a denunciar este acoso es que el problema se ha generado por enseñar a tocar una canción en la que, curiosamente, no hay canción. Es decir, Carlos enseñó los acordes de la famosa canción A Horse With No Name con simplemente dos posiciones, por lo que es totalmente injustificado reclamar los derechos por ello.
Más allá del canal GuitarraViva, otros creadores como ChachiGuitar también se han visto afectados por estas medidas. De hecho, en abril de 2018 los responsables de este canal anunciaron que ya no subirían más covers ni clases sobre canciones para evitar así denuncias por vulnerar el Copyright.
El propio Altozano, del que hablábamos en párrafos anteriores, también explicaba en un vídeo lo que estaba ocurriendo en YouTube y qué se debería hacer para que se resolviesen todos estos problemas relativos a los derechos de autor.
Por el momento, YouTube está ganando la batalla por los derechos de autor y canales como GuitarraViva, Jaime Altozano, Tus Clases de Guitarra, Christianvib, ChordHouse, Rolando Mora, ChachiGuitar o ShaunTrack podrían acabar desapareciendo, para lamento de los miles de seguidores con los que cuentan.