El crecimiento de cuentas Premium en los servicios streaming está aportando un mayor beneficio monetario a la industria musical, la cual ve una nueva posibilidad de hacer que el oyente sienta que está pagando por recibir un buen servicio, hecho que no ocurría desde que en la época del CD aparecieron las descargas por internet. Sin embargo, ¿de qué manera está llegando este beneficio a los artistas e intérpretes?
La compañía Ernst &Young, conocida mundialmente por sus servicios de auditoría y asesoramiento de gestión de empresas, ha publicado un estudio junto con la SNEP en el que se plantea que además de ser gran parte del presente, el futuro es el streaming.
Los consumidores de música salen beneficiados con este modelo de negocio y las principales discográficas han conseguido sacarle mucho partido también. Sin embargo, quien sale más perjudicado es el artista o el grupo musical, recordemos el ejemplo en España de Vetusta Morla y su canción Copenhague con la que consiguió un máximo histórico de ingresos, con la mísera cifra de 100€ en total. A continuación analizamos los detalles del estudio realizado con datos pertenecientes al consumo de música en streaming en Francia:
El informe muestra el reparto de ingresos por una suscripción de una cuenta Premium mensual en Spotify o Deezer.
Partiendo de ello, si un consumidor paga la cantidad de 9,99€ (prácticamente redondeado a 10€ para realizar el cálculo) por esta suscripción a la cuenta, el reparto se produce de la siguiente manera: 2,08€ para el portal de streaming (20,8%), 1,67€ en concepto de IVA para el estado (16,7%) y los restantes 6,25€ para los poseedores de los derechos como los de distribución o de autoría.
Estos últimos 6,25€ se reparten a su vez de manera que 4,56€ (73.1%) van directamente a los sellos discográficos, quienes a su vez 0,68€ a los intérpretes. La restante cantidad de 1€ es destinada a las sociedades de gestión colectiva para que paguen a los compositores y autores, así como a las editoriales.
Cogiendo los datos mostrados por Spotify respecto a sus suscriptores premium, donde muestran su récord de 15 millones de usuarios suscritos a este tipo de cuenta en el pasado mes de diciembre, podemos calcular en cifras esta distribución analizada.
El total correspondiente a los sellos discográficos sería de 68,4 millones de euros por mes, de los cuáles el 80-90% va para las 3 principales discográficas. Spotify tendría un resultado de 31,2 millones de euros por mes y las autoridades (a nivel mundial, y con distintos tipos de impuesto) recogerían 25,1 millones de euros.
Los compositores y autores ganarían 15 millones a repartir junto con sus editoriales y el grueso mundial de intérpretes 10, 2 millones de euros.
Transfiriendo todo ello a cifras anuales tenemos los siguientes datos:
Sellos discográficos |
821 millones € |
Servicios de streaming |
374 millones € |
Impuestos a los Estados |
301 millones € |
Compositores, autores y editoriales |
180 millones € |
Intérpretes |
122 millones € |
Se puede distinguir de manera muy clara como las grandes beneficiarias son las discográficas, teniendo en cuenta el porcentaje antes nombrado que se llevan las 3 principales.
Sin embargo, si analizamos el margen neto de beneficio (es decir, el que resta los impuestos y costes de la actividad), comprobamos que todavía con más razón los sellos salen ganando.
Por cada suscriptor de la cuenta Premium mensual, Spotify gana 0,10€ de beneficio neto mientras que las discográficas consiguen 0,26€.
Ello es debido al coste marginal, el que representa la variación de producir una unidad más. Transfiriendo este concepto a Spotify, vemos que el sistema planteado es bueno ya que necesariamente va a ir ligado a cada nueva escucha que hagan los clientes simplemente por el hecho de que pagan a las discográficas en función de las reproducciones de las canciones que ellas tienen los derechos. Es decir, los costes sólo suben si la plataforma tiene actividad, la que a su vez hace que vaya a generar ingresos.
Aun así, el modelo de los grandes sellos es todavía mejor y consigue este margen más alto ya que los costes de producir y promocionar más bandas o artistas noveles bajo su nombre son mínimos en comparación con la cuantía que ingresan por los ya asentados.
El reto pues para el servicio del streaming sigue siendo el mismo que antes, cambiar la distribución de los ingresos para que los sellos no se vean tan sumamente beneficiados y los intérpretes y compositores estén más recompensados por su trabajo.
Desde la otra cara de la cuestión, hoy en día los consumidores de música son los más satisfechos con la situación, música ilimitada en cualquier sitio y cualquier momento, siempre que tengas internet claro. Teniendo en cuenta que cada vez hay más conversión de cuentas gratuitas a Premium, la valoración de los oyentes muestra que con este sistema sí están dispuestos a pagar por música o por lo menos valoran más lo que reciben. Como artistas, es el momento de demostrar las razones por las que deberían optar por nuestra música en lugar de la dirigida a las masas y promocionada por estos grandes sellos que siguen teniendo tanto poder y lucro.
[Imagen: Philippe Put – headphone silhouet]