Tras el advenimiento de la cultura y tecnología digital y el consecuente desarrollo de las redes P2P , el modelo de negocio en la industria musical se vio obligado a cambiar, desarrollando posibilidades que hasta la fecha eran inimaginables. Una de las mayores consecuencias es que se ha permitido un libre acceso a la música.
El primer punto de inflexión en la evolución de la industria musical se produce cuando aparecen los sistemas capaces de almacenar sonido; el fonógrafo (1876) y el gramófono (1888). Hasta entonces, la música sólo se podía escuchar en el momento de la interpretación y esto tenía dos limitaciones; por un lado las ganancias del artista estaban limitadas a la capacidad de la sala y por otro lado los usuarios no podían escuchar la música dónde, cuándo y cuántas veces quisieran.
De esta manera surge la industria musical que se dedica a perfeccionar los sistemas de almacenamiento musical y soportes físicos que el usuario adquiere a cambio de un precio. Estos avances en la industria digital significan un cambio cultural y de mercado.
Varios autores dan testimonio del cambio de la industria musical en el marco digital, un ejemplo es Matías Lennie que afirma lo siguiente; “En el Disco el capitalismo logra uno de los mayores objetivos que pudiera soñar; crear de la música una mercancía plausible de ser estandarizada, producida en serie y comercializada como cualquier otro bien de cambio. Las bases de industrialización musical están garantizadas”. Matías Lennie (Música en libertad: La industria musical frente al cambio tecnológico).
Asimismo, Enrique Dans matiza en torno a las industrias culturales que: “El arte estaba ahí mucho antes de que esta capacidad técnica existiese, y ha seguido estando” Enrique Dans. (Profesor del Instituto de empresa en su artículo Cambios en la industria musical).
Como este autor reseña en su artículo es importante no confundir la música como arte con la industria musical. La posibilidad de guardar una canción y poder posteriormente reproducirla no añade “valor artístico” sino que crea una nueva dimensión económica.
A partir de la creación del tocadiscos en 1925, la industria musical iba evolucionando y creando así nuevos y mejores formatos de reproducción; los discos de acetato (1934), “Long play” (1948), el casete (1963), casete virgen (1965), “Walkman” (1979), “Laserdisc” (1978), Disco Compacto (1979).
Paralelamente a la creación musical, se desarrollaba una gran industria cuyo objetivo era la venta de discos, por cada copia se cobraba un precio. Es entonces, donde el marketing se desarrolla en esta industria. Se realizan estudios para identificar los gustos de los usuarios y buscar talentos que les cautiven. Las grandes compañías de discos cuentan en este sentido con una ventaja, ya que invierten más en este tipo de investigaciones y por lo tanto la ganancia es mayor. El margen de error en el lanzamiento de un disco era muy bajo, tanto el artista en sí como el público estaban muy estudiados.
Enrique Bustamante denomina este fenómeno como cultura clónica manifestando que: “Cuando por la necesidad de generar el éxito del producto, se utilizan determinadas fórmulas que lo aseguren, acompañadas de estrategias de comunicación intensivas y promociones con alto costo publicitario. El objetivo final es producir lo que se puede vender´” Enrique Bustamante (Catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad en la Universidad Complutense de Madrid en su Artículo La industria musical y su evolución.
Estos cambios producen, según este autor, una aceleración en la difusión de la obra y una menor vida comercial del producto. De la misma forma, Pedro Portellanos, nos manifiesta que la industria musical antes de la revolución digital tenía una estructura “de arriba hacia abajo”, estaba gobernada por las grandes discográficas quienes imponían unos estilos musicales herméticos. Se creaban estereotipos con los que el público se identificase y así se garantizaba el éxito.
Durante muchos años, como nos cuenta Keith Negus en su libro, las actividades de los trabajadores en las organizaciones de la industria musical, se explicaron como cadena de montaje o línea de producción. Su estrategia tenía como objetivo controlar y ordenar a los procesos sociales y los diferentes comportamientos humos;
“Los artistas contratados por las compañías y el repertorio priorizado para grabar y editar no constituye un reflejo del talento disponible´”. (Keith Negus. Los géneros musicales y la cultura de las multinacionales, Paidós Comunicación)
(Esto es el resultado de la coacción que ejercía la industria) Cuando parecía que la industria musical estaba organizada y repartida entre las grandes discográficas Sony Music revoluciona el mercado creando la primera grabadora de CD en los años 90, es entonces cuando surge el término de piratería , estando España en los primeros puestos del ranquin en esta práctica ilegal.
En medio de un debate mundial a cerca de la piratería, en 1999 se produce un hecho clave que revolucionó el panorama musical. Shawing Fanning un estudiante de la Universidad de North Eastern desarrolló un programa, llamado Napster que permitía acceder a la música de sus compañeros a través de la red universitaria, así nació el Peer to Peer. Por supuesto esta gran revolución se produce también gracias a la popularización de la banda ancha y del formato mp3 que hacían posibles el intercambio de ficheros musicales.
A pesar de perder la batalla legal con la “Recording Industry Association of America” (RIAA), provocando su cierre, el descubrimiento del intercambio de archivos ya había llegado más allá, calando entre los usuarios. La mayoría de la música producida y grabada en la historia de la humanidad se encontraba disponible en un sistema que además, funciona mejor cuanta más gente acceda a él. Se produce la digitalización de los contenidos.
La música queda entonces liberada del soporte físico, esto da lugar a que los usuarios accedan a una mayor cantidad de música de forma gratuita. Esto significó una apertura de barreras a nivel musical, se produce una mezcla entre música local e internacional y el resultado es la aparición de nuevos géneros como el tango, la música electrónica, el reggaetón… El contenido musical es otra consecuencia de la revolución digital, las discográficas ya no pueden modelar los sonidos en función del producto que quieran conseguir, ahora el artista crea y comparte y el usuario decide.
“Hay tantos estilos como personas” P.Portellanos concluye que esta liberación musical es un factor muy positivo, provocando una mayor culturalización de los usuarios, internet es un factor clave en este aspecto, desde cualquier rincón del mundo puedes acceder a todo tipo de información.
Antes había menos grupos y los estilos eran muy concretos pero a partir de los 90 esto cambia y el abanico musical que encuentran los usuarios en internet es enorme. Asimismo, David Ortega afirma que la revolución digital activa la industria musical. Esta afirmación la avala un estudio realizado por Nielsen (empresa líder en servicios de información e investigación de mercados): la industria creció en el 2012 un 3,1% gracias a la música digital representando, las ventas online un 55,9% del total de las ventas de música en los Estados Unidos.
Mientras se produce esta culturalización de los usuarios se producen dos hechos;
A) La industria musical se fragmenta a consecuencia de esta revolución digital. Aparecen entonces las medianas y pequeñas discográficas y las promotoras. Los principales intereses del promotor son; la venta (entradas, merchandising, espacios publicitarios…), el desarrollo del concierto/evento (promoción, publicidad, logística…), satisfacer a la audiencia. La figura del promotor proporcionar una plataforma comunicativa al artista además de dotarle de la imagen necesaria para llegar a su público de una forma más eficaz. Podemos afirmar que el promotor, ejerce un trabajo 360º.
Esto es una clara consecuencia de este desarrollo tecnológico, la industria se ha tenido que adaptar al cambio, siendo los conciertos y festivales la principal fuente de ingresos.
B) Puesto que los usuarios tienen cada vez más la necesidad de acceder a la música surgen plataformas musicales digitales que lidian entre los intereses de la industria musical y la de los usuarios. Han existido otras plataformas para descargarse música de forma ilegal, las discográficas no obtenían beneficio de este intercambio de música por lo que la industria era insostenible.
Un ejemplo de esto es Spotify, que responde a las necesidades de los usuarios de una forma inmediata accesible desde cualquier dispositivo y con más de 22 millones de canciones y que a la vez remunera a los autores de los derechos de las canciones.
“Desde Spotify creemos en el acceso no en la propiedad” David Ortega.
“…desde su nacimiento en 2.008 Spotify ha ingresado en las arcas de las discográficas más de 500 millones de dólares, y sólo en 2.013 se abonarán otros 500 millones. Más de un billón de dólares para la industria. Spotify es el segundo generador de ingresos para las discográficas, que tienen que estar contestas de que exista una solución legal y que les remunera de ésta manera” David Ortega.
Vivimos en la era digital todo está en internet y almacenar discos no tiene ningún sentido, David Ortega opina que los soportes físicos pasarán a la historia, ya no podemos catalogar a la industria fonográfica como “productos editoriales o mercancías culturales” como así los nombra Enrique Bustamante ya que no es necesario un soporte material para poder comercializarse. Existe otra corriente de pensamiento que opina que los formatos digitales no aseguran la preservación del contenido; como lo hacían los formatos analógicos
Hemos hablado de los cambios en la industria musical que se han producido a raíz de la revolución digital, pero estos cambios no sólo han afectado a los formatos musicales si no también se ha producido un cambio en el comportamiento del consumidor.
La música, hoy en día, nos acompaña más que nunca en todo momento gracias a los dispositivos móviles. Solamente en España el 50% de los internautas utilizan diariamente los dispositivos móviles para acceder a internet y el 25% de este total lo hace a través de aplicaciones. Robert Carreras habla en su artículo de la generación de la identidad digital y en la socialización que dan los servicios de redes sociales, solamente en Facebook.
Según Nielsen, la opción más valorada por los usuarios a la hora de decidirse por un nuevo terminal móvil es la posibilidad de descargar o escuchar música.