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Industria Musical | La Realidad de las Músicas Actuales

Industria Musical | La Realidad de las Músicas Actuales

A lo largo de esta serie de artículos vamos a abordar diferentes aspectos sobre la gestión de la música en la actualidad y sobre la industria musical como la música misma, la música grabada, la música en directo, festivales de música popular, comunicación entre otras cosas.

Industria Musical y Gestión Musical en la Actualidad


La realidad de las músicas actuales

Los cambios musicales han sido siempre constantes a lo largo de la historia y muy significativos desde la creación del primer gramófono a finales del siglo XIX. Las nuevas pautas de consumo los han acelerado en los últimos años.

Singular ha sido lo acaecido con un fenómeno musical de especial transcendencia en las tres últimas décadas, las denominadas músicas del mundo o world music. Calificación que surge en los años 80 cuando las grandes empresas discográficas modifican sus estrategias comerciales para ampliar sus cuotas de mercado, intentando imitar a pequeños sellos que en todo el planeta se dedicaban a difundir músicas de origen tradicional y local. Pretendían clasificar aquellas músicas no hegemónicas en el mercado anglosajón dominadas por el pop, el rock, el blues, el jazz y un cierto tipo de música folk. Mary Farquharson, en la actualidad en la discográfica independiente mexicana Corasón, y Anne Hunt, se dedicaban a la organización de conciertos de artistas, fundamentalmente africanos, que en la mayoría de los casos no contaban con material discográfico disponible en Europa. Juntas ponen en marcha el sello independiente World Circuit con la intención de grabar y dar salida a dichos artistas. A ellas se les atribuye el término musical world music, usado hasta la saciedad en las últimas décadas. El conocido productor de Buena Vista Social Club, Nick Gold, fue el responsable de dirigir el sello, un joven trompetista que nunca había realizado actividades de esa índole.

Casi en paralelo, el músico Peter Gabriel echa a andar su propia discográfica, Real World, que abrió las puertas en Europa a artistas de enorme talento de las más diversas procedencias, especialmente de Asia y África. Son momentos complejos en la Inglaterra de mediados de los 80. Gobiernos de Margaret Thatcher y una escena musical dominada por propuestas after-punk, new wave y música tecno. En el verano de 1987 una veintena y media de personas se reúnen en la capital británica para intentar definir, y dar salida, a este tipo de músicas a las que apenas se había prestado atención.

La denominación siempre ha estado llena de controversias, a fin de cuentas todas las músicas son “del mundo”, sin ser entendidas de igual manera cuando la etiqueta la usaba una de las grandes multinacionales de la música o una independiente especializada. Así era fácil encontrar a artistas como Julio Iglesias o Ricky Martin catalogados con esa etiqueta en las tiendas Virgin o Tunner Records de Londres, junto a grabaciones de Salif Keita, Trío Matamoros, Susana Baca o Ladysmith Black Mambazo. Precisamente el grupo sudafricano contribuyó a la consolidación del término cuando grabaron con Paul Simon.

El líder de The Talking Heads David Byrne, es otro de los grandes animadores de la escena world music, por la influencia que estas músicas tuvieron en sus composiciones y posteriormente por la puesta en marcha de su propio sello, Luaka Bop, donde la calidad y la diversidad han sido sus características principales. Son las cabezas más reconocidas de las llamadas músicas del mundo, pero existen cientos de pequeños sellos que han contribuido y contribuyen a que sean visibles éstas y otro tipo de iniciativas y propuestas musicales.

La difusión de estos tipos de música siempre ha estado llena de debates, controversias y contradicciones, especialmente cuando se descubre el papel que tienen en el proceso los diferentes participantes, dependiendo de su procedencia. Ciertas maneras de comercialización y la transformación de temas originales adaptados a ambientes pop para ser consumidos con más facilidad por el público europeo y norteamericano, han sido motivo de acaloradas polémicas, igual que la apropiación de determinadas muestras encontradas en lugares del llamado “Tercer Mundo”, libres de derechos, registrándolas por algunos como propias tras realizar pequeños arreglos y adaptándolas a sonidos y ritmos más fáciles de consumir.

La relación entre lo local y lo global trae consigo muchos equívocos al catalogar a todas las músicas como iguales, cuando realmente no es lo mismo que el proceso creativo se realice en el país de origen que en otro en el que el artista se ha instalado por los motivos que sean. Incluso se abusa de determinadas denominaciones con el objeto de intentar asociarlas con lo exótico, al que se le supone un cierto valor cultural añadido.

La discusión anterior ha quedado en un segundo plano ante la realidad originada por la aparición de las nuevas tecnologías. Hasta hace relativamente pocos años las iniciativas comentadas eran las únicas que nos permitían acceder a otro tipo de músicas alejadas de los circuitos más comerciales y de los habituales. En la actualidad se está produciendo una transformación de tal calibre que nadie se atreve a aventurar con rotundidad el punto de llegada de esta nueva era musical.

Si el cambio del vinilo al CD supuso una revolución en la distribución, los avances tecnológicos, las redes informativas y los nuevos formatos de difusión y comercialización, están dejando obsoletos todos los sistemas y soportes, transformando el modelo de negocio tal y como lo entendíamos.

En la actualidad todos podemos tener acceso a las músicas más diversas desde cualquier rincón del mundo, solo necesitamos un ordenador, conexión a Internet y la información adecuada. El modelo tradicional –soporte físico– al que podemos denominar 1.0, no parece tener sentido, excepto para musicólogos, coleccionistas y especialistas. En la actualidad nos encontramos ante un oligopolio discográfico a nivel mundial donde tres compañías (Warner, Universal-EMI y Sony-BMG) controlan la mayoría del mercado. En paralelo, cientos de pequeños sellos intentan subsistir conviviendo con redes de descargas de pago y de intercambio entre particulares, P2P, que cada vez tiene más relevancia.

Las transformaciones técnicas están también permitiendo la realización de grabaciones más sencillas y económicas. Los artistas aprovechan estas nuevas posibilidades que, unidas a las facilidades de una auto-difusión personalizada, están ocasionando que cada vez se produzca y desarrolle más música, aunque la mayoría de estas iniciativas nunca serán conocidas por un público mayoritario.

Este contexto ha originado un debate sobre el contenido de la propiedad intelectual en esta nueva coyuntura. Derechos de autor, papel de las sociedades de gestión, manera de repartir lo recaudado, licencias libres, copyright, etcétera, originan polémicas apasionadas y diversas en un buen número de países, entre políticos y consumidores, entre creadores e internautas.

La música en directo sufre en menor medida la crisis que padece la industria discográfica. En momentos de dificultad económica los conciertos menguan y algunos festivales desaparecen, pero sin soportar las enormes caídas de ingresos producidas por las grabaciones. La gran variedad de promotores, agentes y organizadores de conciertos, permite la realización de actuaciones en espacios muy diversos, aumentando por lo tanto las posibilidades de trabajo y difusión: Públicos y privados, grandes y pequeños, salas cerradas y auditorios al aire libre, galerías de arte, iglesias, teatros…

La adaptación a los nuevos tiempos ha traído una mayor calidad en las producciones teniendo cada vez más presente al público. Igualmente, emprendedores emergentes aprovechan las posibilidades de las nuevas tecnologías para llegar a acuerdos de colaboración y cooperación con similares en los lugares más diversos, lo que permite la presencia de artistas en lugares dispares, a los que anteriormente solo tenían acceso los que ocupaban posiciones de privilegio.

Espacios de socialización en La Red como Myspace, YouTube, Last.fm, Bandcamp, Nvivo y Flickr son herramientas muy utilizadas no solo para la difusión y comunicación, sino también para la expansión y desarrollo. Artistas, compañías, representantes y promotores están presentes en los mismos. Algunos creadores suben a La Red sus nuevas composiciones antes de grabarlas defi nitivamente, interactuando de esta manera con sus seguidores. Twitter y Facebook son esenciales para difundir información y relacionarse de manera más horizontal. Imprescindibles para comunicar iniciativas, eventos y propuestas, incluso para la retransmisión de conciertos, debates, ventas de entradas y productos oficiales. Linkedin para estar relacionados con profesionales semejantes. Mediante DropBox y otros servicios de alojamiento de archivos similares, tenemos la oportunidad de compartir documentos y grabaciones con cualquier lugar del mundo. Se podrían mencionar muchas más herramientas que hacen que la gestión de la música se esté transformando velozmente.

Estos cambios continuos originan un nuevo modelo de negocio para las compañías tradicionales y están muy presentes en las de reciente creación. Representan múltiples posibilidades para nuevos creadores y emprendedores, utilizando estrategias diferentes donde consumidores y usuarios tienen más relevancia y protagonismo. Los involucrados directamente en la gestión tienen la obligación de asumir su responsabilidad donde el comportamiento ético, el respeto a los derechos individuales y colectivos, y la promoción de la diversidad y pluralidad, sean la base de todas las intervenciones.


Autor: Caravaca, Fernández, R., «La gestión de las músicas actuales», Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

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