¿El álbum está muerto como formato musical?

Con el auge de las playlists o listas de reproducción, ¿merece ya la pena lanzar algún álbum? ¿Y cómo van a cambiar las playlists el modo en el que escuchamos música?

Hace unas pocas semanas el negocio de la música celebró el 25 aniversario del “Nevermind” de Nirvana. Cuando apareció en 1991, voló las puertas del viejo orden del rock and roll, cambió la música para siempre y sigue siendo un trabajo trascendental a día de hoy. Los niños que han nacido y se han criado en la fase post “Nevermind” e incluso enteramente en la era post-Cobain, siguen viendo el álbum como influyente y relevante y una escuchar revela que no está anticuado en absoluto.

Pero incluso aunque “Nevermind” se sigue viendo como algo brillante como declaración artística, el formato parece un poco antiguo. La misma semana en la que celebramos el hito de Nirvana, otro cambio en la industria acabó por dar sus frutos de acuerdo con una encuesta realizada por MusicBiz.org y LOOP: las escuchas a playlists han sobrepasado a los discos por primera vez en la historia. Se veía venir desde hace mucho, es cierto, y con el paso al streaming tenía que pasar antes o después. Pero esto provoca la pregunta: dentro de 25 años, ¿seguiremos celebrando la relevancia de los álbumes? La celebración del 25 aniversario de esa gran playlist que es Descubrimiento Semanal no parece tan interesante.

Guía para músicos. Preparación del lanzamiento de un álbum

La gran pregunta es: ¿son necesarios los álbumes hoy en día? Si los fans consumen música mediante servicios de streaming y sobre todo a base de escuchar playlists, ¿tiene algún sentido lanzar discos completos y crear campañas en torno a su lanzamiento en lugar de lanzar las canciones según se vayan produciendo y montando campañas continuas para promocionar a los artistas?
Para un puñado de bandas, los álbumes son la declaración de una visión mayor; “To Pimp A Butterfly” de Kendrick Lamar, por ejemplo, tiene una narrativa que se experimenta mejor cuando se escucha el disco de principio a fin. Pero para la gran mayoría de los artistas, los discos no son más que una colección de canciones, algunas mejores que otras, y no son más que un retroceso a los viejos días malos en los que podías cobrar a los fans por dos canciones buenas y otras diez de relleno sin que ellos pudieran hacer nada al respecto.

Parte de la razón por la que el formato de álbum aún existe es que funciona como un principio organizativo. Reservar tiempo en un estudio es complicado y caro y tiene sentido grabar varios temas en una sesión; los sellos discográficos están llenos de seres humanos con familias y amigos que no pueden trabajar 24 horas al día durante 7 días a la semana y, de este modo, necesitan dar prioridad a ciertos artistas y los ciclos de un álbum son un modo sencillo de hacerlo. Dicho esto, la marea ha empezado a cambiar y parece lógico que en unos pocos años, una vez que el uso del streaming sea algo todavía más habitual, las discográficas decidan alejarse de este modelo.

Abriendo la caja negra de la industria musical

Se da por supuesto que los sellos y los artistas van a necesitar adaptarse a los nuevos tiempos y que el cambio de los formatos de lanzamiento no van a significar la desaparición de la buena música. Pero, para aquellos que hicieron cola fuera de Tower Records para comprar “Nevermind” a media noche o que recuerdan la primera vez que escucharon de principio a fin un disco importante, va a ser duro decirle adiós por completo a este formato. Claro, los chavales van a seguir teniendo “Smells Like Teen Spirits” en listas de reproducción en los años que están por venir, pero la de marcar el paso del tiempo con las fechas de lanzamiento es una idea que seguramente se desvanecerá en la historia.

Sigue leyendo:

Fuente: inc.com