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Entrevista. David García Aristegui. Autor de ¿Por qué Marx no habló de copyright?

david aristegui, porque marx no hablo de copyright
Escrito por Mario Hernández

Bioquímico que ha trabajado de informático y que ha sido fundador de asociaciones como por ejemplo Cultura Libre y Ciencia para el pueblo; el autor David García Aristegui nos concede esta entrevista en la que trataremos sobre su libro ¿Por qué Marx no habló de copyright? y sobre cuestiones referidas a la industria musical, la propiedad intelectual y las licencias Creative Commons.

M.H. – En primer lugar y para que el lector se haga una idea, ¿a qué se debe que aparezca Marx en el título de tu obra?

D.A. El título del libro iba a ser lo que ha sido finalmente el  subtítulo, “La propiedad intelectual y sus revoluciones”. Documentándome para el libro me topé con la magnífica biografía de Marx escrita por Jonathan Sperber. Ahí se retrata a Marx como un periodista precario, valga la redundancia.  Marx, como tantos otros autores a lo largo de la historia, vivió de sus artículos y de los periódicos sablazos que le daba a su amigo y mecenas Engels. No ha cambiado mucho la situación de los autores ¿verdad? Sólo que los Engels escasean mucho, me temo. Otra motivación más para profundizar en la figura de  Marx es  cómo se deforman y retuercen muchas veces sus textos, sobre todo desde el llamado movimiento de cultura libre, para que encajen en una crítica a los derechos de autor que, en realidad, él jamás hizo.

M.H.- Hay un apartado en tu libro en el que tratas desde una perspectiva histórica el nacimiento de la cultura libre derivando en dos versiones o corrientes, ¿podrías explicarlas y detallar en qué sentido su origen a partir del software libre ha influido en ambas?

D.A. Bueno, me parece excesivo hablar de dos corrientes en el seno de la cultura libre, ojalá las hubiera. Está la visión mayoritaria dentro de la cultura libre, que no es más que un corolario neoliberal en el mundo de la cultura. Desde la cultura libre se aboga por desregulaciones en forma de desaparición de la propiedad intelectual, además de la individualización del autor apoyándose en la desaparición de las entidades de gestión. Es el discurso de “internet elimina intermediarios”.  Es decir, se tiene desde la mayoría de la cultura libre (un movimiento por otra parte muy pequeño numéricamente) una fe de la autorregulación de los mercados igual de furibunda que el resto de neoliberales. Excepcionalmente hay personas, como Belén Gopegui, Nacho Vegas o Ainara LeGardon que, desde posiciones de izquierda, ven aspectos positivos a la utilización de licencias libres o Creative Commons y perciben excesivas muchas de las prácticas de las entidades de gestión. Yo antes me ubicaba en esta corriente, pero ahora mismo ya no veo ningún aspecto positivo en el uso de Creative Commons. El sector que se aleja conscientemente del neoliberalismo en la cultura libre es, por desgracia, hoy por hoy muy minoritario.

M.H.- El consumidor de música está teniendo en su mano la posibilidad de escuchar cuanto guste por la vía legal a partir de las plataformas streaming en modo Freemium mayoritariamente, lo que está haciendo que no se valore tanto la aportación de cada artista o banda al conjunto de oferta musical y se resalte excesivamente el papel de estas plataformas como canal de escucha y de ser las protagonistas en el futuro de la industria musical. ¿Quiénes están siendo los verdaderos beneficiados de la industria y de qué manera han jugado publicitando el copyleft? 

D.A. Las empresas de streaming que yo sepa nunca hablan de copyleft o de cultura libre, siempre hablan de nuevos modelos de negocio. Lo que se llevan los artistas a día de hoy por el streaming es vergonozoso, y, esto es escandaloso, cuando surgen iniciativas como la de Tidal para mejorar los pagos al rebaño digital se convierte en jauría y empiezan a criticar la iniciativa con todo tipo de argumentos peregrinos. En fin, recordemos que la disponibilidad total de contenidos en internet ha sido históricamente el cebo que han usado las operadoras de internet para vender el máximo de ADSLs posibles.

M.H.- Si nos trasladamos al apartado de vender o distribuir tu propia obra, se defiende continuamente que los creadores deberían interactuar con su público sin intermediarios como discográficas o entidades de gestión. Como planteamiento no está nada mal, ¿pero qué se esconde detrás de ello realmente?

D.A. ¿Cómo negocia mejor un empresario con sus empleados, si hay un sindicato de por medio o negociando persona a persona? Evidentemente para el empresario es mejor que no haya sindicatos ni negociación colectiva, individualmente una persona siempre tendrá menos capacidad negociadora que colectivamente y participando de una sección sindical. El mantra demencial de que internet elimina intermediarios es recurrente, cuando ahora mismo hay intermediarios más fuertes y mas monopolísticos que nunca. ¿Quién puede competir con Google, PayPal, eBay, Amazon o iTunes? La narrativa neoliberal ha usado muy inteligentemente el romanticismo punk del “hágaselo usted mismo” para hacerle creer a la gente que discográficas, editoriales y productoras no eran necesarias en internet. Pues siguen siendo necesarias, y además buenos diseñadores web, programadores, expertos en buscadores y en redes sociales. Internet no ha eliminado intermediarios, señoras y señores, hackers y cosplayers: los ha multiplicado.

M.H.- La situación de la industria musical pasa siempre por preguntarse qué ofrecer o qué cambios pueden favorecer su panorama en pro de artistas independientes que intentan participar en ésta. Llevando el asunto al apartado del copyright, ¿piensas que las licencias Creative Commons están ayudando a ello o todavía se puede ir más allá?

D.A. Las licencias Creative Commons son algo análogo a lucir un pin con la A de anarquía. Es un gesto muy bonito, pero de efectos prácticos totalmente nulos si no te organizas colectivamente. Las obras de la escritora Belén Gopegui y del músicos Nacho Vegas son Creative Commons, de acuerdo. ¿Que efectos prácticos tiene esto? Para las entidades de gestión y para las editoriales implicadas absolutamente nada. Esto tiene que inducirnos algún tipo de reflexión ¿no? Así las cosas, las Creative Commons podrían ayudar a grupos que empiezan porque se hable de ellos porque usan esas licencias (me viene a la cabeza lo mucho que se ha hablado de Pony Bravo), pero en la música, como en el resto de la cultura, no hacen falta nuevas licencias. Lo que hacen falta son nuevas entidades de gestión y nuevos sindicatos, que colaboren en derribar el muro generacional que hay ahora mismo en la música. No hay renovación, parece que estamos viviendo un Día de la Marmota cultural. Para la gente más gafapasta o hipster sé enunciar esto de otra manera: Simon Reynolds habla de Retromanía, y tiene incluso un libro homónimo en el que desarrolla este concepto. Es muy recomendable, por cierto.

M.H.- ¿Cuál es el modelo alternativo que plantea la asociación Cultura Libre frente a las sociedades de gestión como por ejemplo la SGAE? ¿Cuándo puede ser conveniente para un artista recurrir a una u otra?

D.A. La Asociación Cultura libre ya no existe. Yo puedo hablar a título personal: creo que son necesarias entidades de gestión que defiendan la gestión colectiva de derechos, pero transmitiendo una visión razonada y razonable de la propiedad intelectual. Hay que redefinir que papel tienen que jugar los derechos de autor en el contexto de una internet ubicua, y eso se hace debatiendo y deliberando con todas las partes implicadas, no imponiendo leyes cada vez más impopulares. Por otro lado, esas nuevas entidades o bien nuevos sindicatos tienen que luchar por mejoras en los contratos de las personas que crean, bajada del IVA, condiciones dignas para los autónomos, etc. Está casi todo por hacer. Por cierto ¿alguien sabe que opina Podemos y Ciudadanos de la propiedad intelectual y las entidades de gestión? ¡me intriga mucho!

M.H.- En términos de viabilidad de proyectos, ¿es recomendable que artistas emergentes ofrezcan sus primeros trabajos gratuitamente para conseguir captar y atraer seguidores con su música? ¿O por el contrario va a mermar su  imagen relacionándola con música que va a perdurar gratuitamente en el tiempo afectando incluso a la hora de hacer actuaciones en directo?

D.A. Antes se regalaban las maquetas, ahora los grupos tienen Bandcamp, entre medias usaron MySpace. Creo que no hay una norma general, cada artista tiene que plantearse bien los pasos a dar y decidir qué colgar y que no en internet. Para ello la figura de un buen mánager (¿alguien se acuerda de ellos, aún existen?) es fundamental.

M.H.- En la parte final de tu obra ¿Por qué Marx no habló de copyright? argumentabas a modo de conclusión que el dominio público por sí solo no puede generar cambios significativos en la cultura; necesitando políticas públicas que impidan la concentración de medios y la aparición de nuevos monopolios. ¿En qué medida afectan éstos a la facilidad del artista de adentrarse en el mundo cultural y poder desarrollar su actividad económica?

D.A. La concentración de medios es mala para todo el mundo. Tanto para los artistas como para los consumidores, ya que en esos conglomerados se refuerza siempre un determinado mainstream, que deja muy poco margen para las propuestas verdaderamente novedosas o rompedoras. No tengo nada en contra de Shakira, Pitbull o David Guetta, pero no quiero que en la radio SÓLO suenen Shakira, Pitbull o David Guetta, no sé si me explico. Hay que hacer todo lo posible para que los sellos independientes, las radios alternativas y las tiendas de discos no sean barridos, precisamente gracias a internet, por multinacionales, Youtube y Amazon. De momento vamos muy mal, la verdad sea dicha.

Para los que tengáis interés en saber más sobre David Aristegui, os dejamos sus links a blog, redes y su libro.

Bloghttps://marxcopyright.wordpress.com/

Twitter: https://twitter.com/MarxCopyright

Libro de David Aristegui en Amazon, «¿Porqué Marx No Hablo De Copyright?.

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Sobre el autor

Mario Hernández

Músico autodidacta y estudiante de Administración y dirección de empresas buscando nuevas posibles vías dentro de la industria musical. Actualmente comenzando un proyecto de composición musical para medios audiovisuales al mismo tiempo que trabajando en proyectos personales.

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