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De músicos legitimados y músicos bastardos

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Escrito por Melina Brunori

¿Qué hace que un músico se defina como tal?. ¿Qué sucede cuándo un músico no puede llamarse músico?. ¿Qué pasa cuándo un músico no puede hacer música?. 

Posiblemente existan las más variadas respuestas alrededor de estas incógnitas. Pero, a pesar de esto, se puede hablar de dos silencios, dos ausencias que tienen incidencia en el desarrollo de estos fenómenos. Una es la imposibilidad para decir “soy músico” en el discurso de los artistas y la otra es un silencio en lo que respecta a su hacer.

Hay una dificultad para reconciliar la identidad del músico como tal, para poder definirse y presentarse de esta manera. Esto se manifiesta en el discurso tímido y vergonzoso al momento de decir que son músicos: “de vez en cuando toco con amigos”,  “lo hago como un hobbie”. La música aparece como algo al margen. Y, por el otro lado, no se puede poner en palabras el proyecto musical que se está produciendo ya que el contenido y la idea no quedan plasmadas en las entrevistas que difunden los artistas. En conclusión: demasiados silencios.

Ahora bien, eventualmente esto sucede en el músico del llamado “under”: un músico que no adquirió un título académico que lo nombre como tal; un ser que se encuentra haciendo música pero que, al parecer, no es músico. También es notable en aquellos artistas que vienen de árboles genealógicos carentes de músicos. En ambos casos, a pesar de que hay una voz que suena o un instrumento que se oye, no hay una sanción de este saber porque no hay procedencia alguna reconocible. Al no estar enmarcado el aprendizaje debido a la falta de un título adquirido o de una herencia del don musical no hay una aprobación de este saber y, por consiguiente, éste no tiene lugar en el ser.

Al parecer faltaría una legitimación para adueñarse del propio ser. Esta falta de legitimidad, puede pensarse, que ubica al músico en un lugar de “músico bastardo”,  la “oveja negra”, el que deprava, el que no es lícito en el ámbito familiar y/o musical. En contraposición a éste se encuentra el músico legitimado: aquel que adquirió un título académico o que en la sangre lleva la herencia musical. Se puede pensar en este lugar al músico de cámara o de conservatorio, ese músico que dice que lo es y lleva su vida por esa senda.

Pero al parecer, no todo está resuelto a nivel discursivo. Si bien el “músico legitimado” puede decir que es músico y no titubea ante ello, sucede en reiteradas ocasiones que hay un acallamiento del hacer música. Esto se fundamenta en el elevado nivel de pánico escénico y sus derivados, que se encuentran en estos artistas. Aparece un bloqueo y una tensión corporal que les impide desempeñarse con su instrumento de manera placentera. En el hacer no se logra esa fluidez que sí posee el “músico legitimado” en su discurso.

En el caso del “músico bastardo” el hacer música emerge constantemente; en todo tipo de ámbito se busca el espacio para que este deseo tenga lugar. De hecho, los malestares más frecuentes que presentan es el de la ausencia de fechas para poder demostrarse, y esto es algo que en el “músico legitimado” suele generar fuertes sensaciones de temor.

Se puede pensar que si es un otro el que legitima ese saber, como ser un profesor, hay que rendir cuenta de esa legitimación y ante esto aparece la evaluación permanente al momento de demostrar las habilidades musicales que uno posee. Esto puede considerarse como desencadenante de la ansiedad escénica. Por otro lado, la búsqueda permanente de una legitimación, que no posee el “músico bastardo”, lleva a la necesidad imperiosa de demostrarse y lograr un reconocimiento que permita legalizar su quehacer.

Ausencias del discurso, ausencias en el sonar, una ausencia en la legitimación que sólo puede ser velada por uno mismo. Entonces, ante estas situaciones, ambas problemáticas, la pregunta a instaurar sería ¿usted, es lo suficientemente capaz cómo para legitimarse a sí mismo?.-

Sea músico.

Haga música.

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Sobre el autor

Melina Brunori

Lic. en Psicología recibida de la UNC, Argentina. Atención a artistas. Psicología aplicada a la música. Melómana psicoanalista.

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